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La dimisión de la primera ministra británica, Liz Truss, mes y medio después de su elección entre los conservadores para relevar a Boris Johnson, era un desenlace esperado ante una situación insostenible. Truss venció en las primarias 'tories' prometiendo una acción decidida de rebajas fiscales ... que, una vez convertidas en programa de gobierno, desataron la tormenta perfecta contra la economía del Reino Unido. Lo mismo que inclinó a su favor a las bases conservadoras –no así a su representación parlamentaria– derivó en una contestación sin paliativos por parte de los mercados. Evidenciando que el partido no estaba percatándose de las vicisitudes del país. Los gestos de arrogancia de la primera ministra, que trató de mantener incluso después de cesar al titular de Finanzas Kwasi Kwarteng, y que anteayer mismo esgrimió insistiendo en su personalidad luchadora, denotaban una falta de realismo especialmente preocupante.
La paulatina retirada de confianza por parte de los parlamentarios conservadores hacia la reciente inquilina de Downing Street se hizo abrumadora antes de que Truss admitiera su soledad. El detonante, una votación forzada por los laboristas frente a la pretensión anunciada por Liz Truss de levantar la prohibición de recurrir al fracking. Pero la división y la zozobra hacia las que el 'brexit' condujo a los 'tories' y al conjunto de la política en el Reino Unido no daban para simular por más tiempo un liderazgo pretendido e inexistente. Aunque la crisis de fondo no se resuelve con la sola dimisión de Truss, y es dudoso que los conservadores puedan sortearla mediante la designación de un nuevo primer ministro la próxima semana. No les será fácil improvisar una solución y ofrecer al país un nombre que suscite el reconocimiento preciso para dirigir el gobierno hasta lograr la estabilidad institucional y dejar atrás la inflación junto a las sombras recesivas. Ello mientras los laboristas reclaman la convocatoria de elecciones de forma inmediata que devuelvan a los ciudadanos el poder de decisión que los 'tories' han dilapidado tras la renuncia de Johnson. Puede que una campaña electoral no sea lo que más le conviene en estos momentos al Reino Unido. Pero quien releve a Truss deberá contar con un amplísimo respaldo entre las filas conservadoras e incluso fuera de ellas para eludir el envite laborista.
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