Disculpas

Qué presión. Voy a medir cada palabra de este comentario. Lo prometo. Una detrás de otra. Tictac, tictac, tictac... Hasta ahora estaba muy suelto, me ... encontraba a gusto, fluía fácil el verbo en estos comentarios, juntaba las palabras sin dificultad, pero no sé lo que me está pasando. Hoy estoy agarrotado, tengo la sensación de estar más 'contra las cuerdas' que nunca y tecleo con desasosiego. ¿Me estará haciendo mella la 'desescalada'? ¿O será el teletrabajo? ¿Tendrá algo que ver la fase uno? ¿La dos, la tres? ¿Serán las ruedas de prensa del ministro Illa y de Fernando Simón? ¿Me estará volviendo loco la 'nueva normalidad'? No sé que me pasa. Quizá sea que no me aclaro con tanto cambio: esto se puede hacer, esto no se puede, esto sí, esto no, esto sí pero no... ¿Será la pérdida de vida social? ¿Qué voy a hacer sin los corrillos? Si en ellos te enterabas de todo, eran toda una fuente de información. ¿Tendrá algo que ver que ahora nadie sale a correr conmigo y que me aburro mucho? No. Ya sé lo que es. Tecleo con temor porque no quiero que me pase lo mismo. A mí no. No quiero que mi director me abronque en público. ¿Se imaginan? «El comentario de Mario Cerro es desfortunado y tiene que pedir perdón. Eso sí, el hombre lo está haciendo muy bien, hay que valorar su trayectoria, bla, bla, bla». Sudores fríos que me entran. Y ahí iría yo, sin pensármelo. Me dirigiría a mi jefe y le diría: «Director, me gustaría pedir disculpas si alguien se ha sentido ofendido. Mi comentario se ha hecho en el marco de un contexto determinado, etc». Un mensaje rápido, nítido, que se entienda. Sin intermediarios, sin artificios. ¿Sin rectificar lo dicho? ¿Sin retractarme? Tictac, tictac, tictac... Mide Mario, mide, que el teclado tiembla y lo va a leer el jefe.