Secciones
Servicios
Destacamos
Los resultados de las últimas elecciones de la Comunidad de Madrid han obligado al PSOE a reflexionar sobre lo sucedido, más allá de algunos elementos coyunturales vinculados a los candidatos, a los contenidos de la campaña electoral o la aceptación masiva del simplismo intelectual de ... la señora Isabel Díaz Ayuso.
Personalmente me vuelvo a plantear la cuestión de cómo hoy la socialdemocracia tiene que elaborar un discurso atractivo y creíble sobre las cuestiones que afectan directamente a las personas; cómo se trasmite que lo importante y necesario hoy es avanzar hacia mayores cuotas de bienestar, libertad, justicia e igualdad desde planteamientos reformistas adaptados a las realidades del siglo XXI. Como ha escrito José Álvarez Junco, el PSOE debe abandonar la imagen de un partido antiguo y conformista con la gestión del poder político.
La sociedad de hoy es compleja y no puede ser examinada únicamente desde el prisma histórico de lucha de clases; de patronos y trabajadores asalariados; desde los conceptos de producción, plusvalías y beneficios.
El fraccionamiento parlamentario, las políticas medioambientales, los derechos de la mujer, el trabajo asalariado y el trabajo autónomo, la calidad del empleo, el uso de las nuevas tecnologías, los nuevos derechos, la revisión de la fiscalidad, la gobernanza de la globalidad, el cambio climático... ¿Cómo la socialdemocracia incorpora estos y otros temas análogos al discurso político y a la práctica en la gestión?
Quizá mi defecto es que estoy mediatizado por pertenecer a una generación que tiene como referencias las políticas de la socialdemocracia en la Europa de posguerra, comprometida con la democracia parlamentaria, el desarrollo de un mercado reglado y la protección universal a través de un Estado de Bienestar financiado mediante una fiscalidad progresiva.
Pienso que hoy la socialdemocracia debe examinar el valor de un mercado regulado pero no intervenido; el acceso al empleo como elemento vertebrador; insistir en la calidad y accesibilidad de los contenidos de los derechos universales del Estado de Bienestar: sanidad, educación y servicios sociales, tan apetecibles a la iniciativa privada para gestionarlos en términos de oferta y demanda; revisar una fiscalidad que sirva para cohesionar y profundizar en la equidad territorial; examinar a fondo la eficacia de las administraciones territoriales para comprender qué entendemos por un estado descentralizado políticamente, pero no totalmente eficiente en la gestión de las competencias asumidas por cada entidad territorial. Quizá haya que completar la organización territorial del Estado con un diseño más federal que cierre los ámbitos competenciales y defina el carácter finalista de algunas transferencias presupuestarias, siendo las de educación y sanidad, las partidas de referencia.
Los autogobiernos están construidos sobre grandes consensos que no se pueden quebrar unilateralmente. Disponemos de una organización territorial del poder político (poder autonómico), pero la impresión, en ocasiones, es que solo lo utilizamos como una simple capacidad de gestión administrativa descentralizada. En nuestra realidad territorial más cercana, ¿cómo es posible que escuchemos consejos un día sí y otro también y no oigamos iniciativas políticas, conformándonos con repetir únicamente reclamaciones al Gobierno central? Era preferible el viejo regionalismo regeneracionista, porque al menos tenía una base ideológica sobre la que basar sus tesis. La vida pública, la política no son únicamente sentimientos, aunque se apele a ellos para sumar adhesiones inquebrantables.
Y porque defiendo la necesidad de un discurso progresista creíble, defiendo el dialogo como la mejor fórmula para encontrar posibles y deseables acuerdos, para avanzar en la concordia y para fortalecer el Estado. Reforzar las posiciones ideológicas propias no puede ser la excusa para impedir el diálogo y mantener el juego sucio de hooligans doctrinarios e incendiarios. Resulta urgente recuperar consensos y acuerdos, que solo se logran mediante el diálogo y la negociación y no con las habituales soflamas que atacan a los elementos básicos de la convivencia en democracia.
¿Por qué el Partido Popular se desentiende de la gobernabilidad de la democracia española? Mucho patriotismo y lecciones en Colón y poco ejercicio democrático en el Parlamento. Casado, que ha olvidado muy rápidamente su breve viaje al centro, ya ha dicho que está dispuesto a achicharrarse y que no piensa llegar a ningún acuerdo con el Gobierno; nada de renovar el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Consejo General del Poder Judicial y demás órganos constitucionales, y nada de colaborar y comprometerse en la gestión de los Fondos Europeos. Eso se llama minoría de bloqueo, a la que se suman con alegría, pancartas y banderas de Ciudadanos y Vox, después de consultar al señor Orban y a la señora Le Pen.
Casado, en línea con el mejor Aznar, ya ha dicho que lo único que le interesa es el desgaste y la polarización y soñar con el resultado de las próximas elecciones. Quizá se le haga larga la campaña, porque dos años de espera es mucho tiempo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.