Distopía, utopía, isotopía
CANTABRIA POSITIVA ·
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CANTABRIA POSITIVA ·
Tras el covid-19, existe el riesgo de recaer en una vasta relación de expectativas regionales insatisfechasUtopía: imaginario estadio de general felicidad, un Shangri-La como el exótico de la novela de 1933 o el metafórico de los surfistas a los que cantaban Mark Knopfler y Emmylou Harris, hogueras juveniles en la playa bajo la bóveda agujereada de la noche. ... Distopía: lo mismo, pero negativo, estado de pesadilla colectiva, como la Alemania hitleriana, la URSS de Stalin o el 1984 de la novela de George Orwell. Hay quien piensa que puede ser un buen resumen de la historia de España desde Fernando III el Santo, pero esto nos llevaría muy lejos. Basta con que signifique estadio histórico chungo. Isotopía: literalmente ocupar el mismo lugar; la ciencia usa la palabra para indicar átomos con sobrepeso, que tienen en el núcleo los mismos protones que el átomo estándar, pero más neutrones, así que tienen que pedir cita a Ildefonso Calderón para reducir cintura atómica. Por ejemplo, gracias al carbono 14, un isótopo descubierto hace 80 años, podemos datar fósiles y artefactos remotos, ya que su proceso radiactivo nos proporciona un reloj bastante bueno. Aquí usaré el término simplemente como «seguir en el mismo lugar», aunque haya un neutrón sociológico más o menos, y así mi definición se aproxima a la química, que es una ciencia seria porque los investigadores frívolos acaban todos en Urgencias.
Parecería que la secuencia de la crisis del covid-19 se nos quiere vender como «de la distopía a la utopía». Del mayor descalabro de nuestra economía en tiempo de paz iríamos proyectados a la utopía ecológica ('salida verde' de la recesión) y social (como con el Ingreso Mínimo Vital que generaliza y centraliza las ayudas autonómicas, mientras renuncia a la famosa renta universal de otrora); solo falta la utopía territorial, con el mito más hispánico de todos, la república federal, que es el sueño imposible del carácter español, lo más querido por su acracia ínsita y su localismo impenitente, pero lo menos practicable precisamente por ello. Ya decía Madariaga que sí, que Cataluña será una nación, pero una nación española.
Mas la distopía del confinamiento y la recesión puede prolongarse de manera desagradable, con una pérdida de poder adquisitivo de amplias capas de la población; con unos añadidos sobrecostes por transiciones precipitadas; con el neocaciquismo del estado que mantiene a millones cogidos por las transferencias bancarias de dinero público; y con unas desigualdades crecientes entre comunidades aforadas y desaforadas. En este caso, la isotopía, que todo quede parecido a lo de antes, neutrón arriba neutrón abajo, no sería el peor de los mundos.
También los cántabros teníamos nuestra utopía: el papeluco y algunas otras promesas de guardar. Se iba convirtiendo en distopía a la vista de la falta de concreción. El trastorno general del virus coronado y algunos detalles que hemos presenciado nos hacen temer que todo se decante hacia la distopía. Pero aun si salvamos la situación y lo dejamos en simple isotopía, el mal menor no será un bien mayor. Pues nuestro estar 'en lo mismo' es seguir con nuestra enciclopedia de grandes cosas insustanciadas, de revoluciones pendientes. Nuestra distopía ha sido casi siempre la isotopía, el seguir en el mismo sitio en vez de avanzar a otra pantalla, después de que se nos hubieran ofrecido cornucopias de la utopía y perros atados con longanizas.
Orto-topía: el lugar correcto. Suena peor, pero sabe mejor. Tome nota la RAE. Acepto condensarla en 'ortopía', aunque se parecería quizá demasiado a 'ortoepía', el arte de pronunciar correctamente. La política es la búsqueda la ortotopía, porque la utopía es irrealizable, la distopía no hay quien la soporte mucho, y la isotopía insatisface y aburre.
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