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No es discutible que Novak Djokovic es un gran jugador de tenis; actualmente es el número uno del mundo y es, sin lugar a dudas, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Sin embargo, sus opiniones y actitudes en otros ámbitos no ... están al mismo nivel.
Recientemente ha organizado un torneo en el que participaban junto a él varias figuras mundiales del tenis. No era estrictamente una competición, sino más bien una serie de exhibiciones en Serbia y Croacia destinadas a reactivar el circuito tenístico. El problema es que el torneo se ha llevado a cabo sin respetar las medidas de seguridad recomendadas para los eventos públicos.
Es posible que hubiera un exceso de confianza debido a que el coronavirus parece estar en franca retirada, y además se trataba de dos países en los que la pandemia no se había manifestado con la misma intensidad que en España o Italia. No hubo reducción de aforo en las gradas, no se puso a disposición del público gel hidroalcohólico, no se utilizaron mascarillas, ni se respetaron las distancias. Además, los jugadores no se hicieron test previos, participaron en fiestas, eventos deportivos y actos de prensa sin guardar tampoco ninguna medida de seguridad.
El torneo se ha tenido que suspender con la aparición del primer positivo, y a este le han seguido varios más hasta un total de ocho, Djokovic incluido.
Evidentemente, están lloviendo críticas sobre Djokovic y los que han permitido que el torneo se llevara a cabo en esas condiciones. Por otra parte, el posicionamiento de la estrella serbia sobre ciertos temas no le está ayudando. Había criticado el estricto control que pretende llevar a cabo la organización del US Open, previsto para el 31 de agosto. Es adepto de varias terapias pseudocientíficas como el watsu o la acupuntura, que combina con una filosofía de regusto oriental; de ahí deriva su conocida postura antivacunas, ha hecho declaraciones en las que dice: «Personalmente, me opongo a la vacunación y no quisiera ser obligado por alguien a vacunarme para poder viajar».
Todo el mundo es libre de tener sus creencias, pero que una estrella como Djokovic, con legiones de seguidores, se haga eco y promocione disciplinas opuestas a la ciencia puede tener resultados preocupantes. Que además sea temerario y la gente le siga la corriente ya ha demostrado que los tiene.
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