El futuro industrial de Europa

La colisión entre la Estrategia Industrial de la Comisión Europea, lanzada en 2020, y la pandemia de covid-19 impulsó una reevaluación de cómo garantizar la competitividad global. Después de una etapa de demanda alterada y una crisis de las cadenas de suministro, Europa salió de la pandemia enfrentándose a un conflicto bélico que provocó, desde el principio, el incremento del precio de la energía, la escasez de materias primas y una importante inflación.

Sin embargo, estos retos también han servido para reiterar el papel fundamental de la industria en nuestro futuro, al impulsar el crecimiento y crear puestos de trabajo, cualificaciones y nuevas formas de trabajar que necesitaremos el día de mañana. Como consecuencia, los responsables políticos y los líderes empresariales se han centrado en debatir sobre lo que se necesita para reinventar la industria manufacturera en una era de cambios sin precedentes.

Mientras que la industria europea avanzaba en su doble transición hacia el 'net zero' y la digitalización, los últimos acontecimientos han puesto de manifiesto la necesidad de una mayor resiliencia y autonomía, todo ello bajo el consenso de que la innovación tecnológica es crucial para el destino de Europa. De hecho, la tecnología, que solía ser el elemento disruptor, es ahora el facilitador, una certeza en tiempos turbulentos. Es una fuente de ventaja competitiva que puede generar nuevas posibilidades para acelerar el crecimiento. Para prosperar en el nuevo orden, el sector industrial requiere de un núcleo digital fuerte como base para la reinvención.

La buena noticia es que las empresas industriales europeas han acelerado sus inversiones tecnológicas en los dos últimos años: el 81% ha intensificado la implantación de servicios en la nube (frente al 70% en otras regiones) y el 76% ha aumentado el despliegue de inteligencia artificial (IA) y automatización (frente al 64%).

Hay otra razón importante por la que es urgente transformar la industria: la batalla contra el cambio climático, en la que Europa desempeña un papel destacado. A pesar de la preocupación por la inestabilidad de los sistemas energéticos, la mayoría de las empresas de ingeniería y fabricación de todo el continente tiene ambiciosos planes de reducción de CO2 para descarbonizar sus operaciones internas y los productos que fabrican.

Contar con un núcleo digital fuerte también ayudará a acelerar la sostenibilidad. Las tecnologías digitales existentes –como la nube, la inteligencia artificial y los gemelos digitales, entre otras– permiten reducir las emisiones de manera considerable. Por ejemplo, migrar a la nube pública puede reducir las emisiones de CO2 en 59 millones de toneladas al año, lo que equivale a retirar 22 millones de coches de la circulación. Los gemelos virtuales no solo pueden desbloquear beneficios adicionales de un billón de euros de valor económico, sino también ayudar a reducir las emisiones en 7,5 gigatoneladas para 2030.

Cabe destacar también el papel crucial que pueden desempeñar los gobiernos para apoyar la doble transición verde y digital, desde la eliminación de barreras normativas hasta proporcionar ayuda financiera. La reciente Ley Industrial Net Zero de la Comisión Europea es otro paso en la dirección correcta, en particular por su atención a la escasez de personal cualificado. Aliviará las cargas de las empresas que se reinventen y ayudará a Europa a mantener su liderazgo en la revolución de la tecnología verde.

La reinvención industrial es sinónimo de reinvención sostenible. Reinvención de la fabricación, la logística y el desarrollo de productos, pasando por la eficiencia del crecimiento ecológico y por modelos empresariales innovadores. La industria es una piedra angular de la economía europea, su éxito futuro es fundamental para el continente y sus ciudadanos, además de una medida de nuestro compromiso con un mundo mejor.