Hace algún tiempo vimos que el cáncer de mama era, y sigue siendo, una de las enfermedades más prevalentes. Con más de 34.000 nuevos casos diagnosticados en España en 2022, este problema sanitario precisa de todos nuestros esfuerzos para impactar en la calidad de ... vida y en la supervivencia de este grupo de pacientes, ya que supone el 29% de casos de cáncer en la mujer y la causa más frecuente de muerte por cáncer femenino en nuestro país.
Hemos recorrido un tramo del camino y, en esta última década, la incorporación de las plataformas genómicas ha permitido identificar un grupo de pacientes (hasta un 30%) que ya prescinde de la quimioterapia y emplea la terapia endocrina para alcanzar la curación. También hemos visto la importancia de los hábitos de vida saludable, con nuestra dieta mediterránea y el ejercicio físico continuado, buscando una mejora del metabolismo que facilite el éxito de los tratamientos oncológicos, con más respuestas y mejor tolerancia; a la par que evitamos la obesidad y hacemos prevención cardiovascular.
Pero lo nuestro es implicarnos e intentar dar a cada paciente el mejor tratamiento posible. En la mayoría de los tumores de mama en situación avanzada (con metástasis a distancia), ya hemos alcanzado una mediana de supervivencia global en torno a los 5 años, situación impensable hace no tanto tiempo. El arte de administrar el mejor tratamiento individual implica un mejor conocimiento biológico del tumor y su nicho, a la par que obviar la futilidad de un sobretratamiento (que va a conllevar una toxicidad excesiva y una mala calidad de vida) o de un infratratamiento (que implica una recaída de la enfermedad porque nos hemos quedado cortos).
Golpe a golpe, logro a logro, han aparecido nuevos fármacos estos últimos años en este escenario en el que la medicina de precisión manda: tenemos nuevas terapias biológicas dirigidas a mutaciones tumorales concretas, los anticuerpos conjugados a fármacos y la inmunoterapia. En los tumores de mama más agresivos, estas estrategias están siendo un punto de inflexión, un nuevo camino para mejorar la historia natural de la enfermedad. El estudio de nuevos marcadores biológicos implicará escalar o «desescalar» tratamientos, algo fundamental para afinar la terapia lo mejor posible….Ya no vale café para todas. Con los programas de desescalado se busca minimizar la quimioterapia (más tóxica y menos precisa) y sustituirla por terapias más activas y eficientes.
Se hace camino al investigar en busca de nuevos biomarcadores que orienten estrategias terapéuticas novedosas para mejorar, por ejemplo, las defensas de las pacientes frente a su propio tumor. Los tumores tienen la habilidad de esconderse del sistema inmune, pero también estas defensas pueden dejar de funcionar porque están alteradas o exhaustas. Una estrategia prioritaria en investigación es reforzar ese sistema inmune mediante vacunas con células dendríticas, vacunas de ARN, la infusión de linfocitos intratumorales de las pacientes (TILs), o mediante la ingeniería genética que permite potenciar la actividad antitumoral de estos linfocitos (CART).
Dentro de todas estas opciones, las vacunas de ARN son estelas en la mar. El tremendo éxito que ha tenido esta terapia en la prevención de la enfermedad grave causada por la infección del coronavirus nos enseña las huellas del camino a seguir. Pero el camino no es tan fácil. En el caso del coronavirus estaba claro que la vacuna se tenía que hacer contra las proteínas del virus, que nunca se producen en las células sanas del cuerpo humano. Sin embargo, para hacer una vacuna contra el cáncer de mama, hemos de identificar primero aquellas proteínas que sólo se producen en el tumor (y no en las células sanas) y que son capaces de activar al sistema inmune. Esto es posible con la investigación y con proyectos como BLANCA, un consorcio coordinado por el Cima Universidad de Navarra que utiliza tecnología genómica para generar una vacuna contra el cáncer. Y es que cada tumor guarda en su interior la información que permite curarlo y en los laboratorios tenemos la tecnología adecuada para encontrarla. Es cuestión de tiempo, de trabajo, de financiación y del esfuerzo de todos para andar ese camino y que se haga el camino al andar. No hay mejor camino que el que hacemos todos juntos. Tú, también.
Y al volver la vista atrás, todos vemos que el panorama actual es un sueño hecho realidad. Las pacientes ahora viven más y mejor gracias al esfuerzo conjunto de la investigación clínica y traslacional y con una excelente práctica asistencial. Nos quedamos con lo andado y con lo que nos queda por andar.
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