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Dicen que vivimos un tiempo de medias verdades y completas mentiras. Que basta con que algo mantenga las apariencias, para adquirir la condición de serlo. Pero me temo que, en el caso de las dunas de Liencres, el truco no funciona: Liencres no es ... un parque natural.
¿Por qué lo digo? Llevo participando en el patronato de este parque, como representante de los grupos ecologistas, desde su creación, hace 12 años. En ese tiempo, debe reconocerse, se ha completado su PORN, con un ambicioso proyecto de ampliación de superficie, a la vez que se ha eludido un riesgo seguro de urbanización en la costa.
Dejando aparte ese indudable mérito, también hay que decir que la naturalidad de un lugar protegido no se mide por los decretos que lo regulan, sino por sus valores naturales y la calidad de su gestión. A Liencres le sobran valores naturales, pero le sobran aún más sus gestores.
Empezaré explicándome con la inefable gestión del aparcamiento de Valdearenas, que todos los veranos sufre un caos automovilístico inconcebible en un santuario de la naturaleza, algo que escapa a la comprensión. Como tampoco puede comprenderse que se mantenga ese desmedido aparcamiento, arrebatado a las dunas, que le ha hecho merecedor del sobrenombre de 'parking natural'. Ni que las autocaravanas acampen impunemente junto a la señal de prohibición, esparciendo detritus por el ya degradado aparcamiento.
Pero, lo verdaderamente inaceptable es que, desde hace 12 años, esta situación y este caos se vengan denunciando cada verano, y cada otoño vuelvan los proyectos para una reducción del aparcamiento, un espacio para autocaravanas y una lanzadera que acerque personas a la playa en lugar de coches. Al final, siempre hay excusas para que las conocidas y factibles soluciones no se apliquen.
Con la gestión de basuras sucede exactamente lo mismo: año tras año se ven los contenedores de las playas saturados y con desperdicios esparcidos por el suelo, en un espacio que si debe presumir de algo, es precisamente de limpieza. En las dunas próximas a la costa, una masa de plásticos, desechos sanitarios, domésticos y agrícolas se esparcen por el área dunar sin que sean recogidos con la frecuencia debida, si es que alguna vez lo son.
¿Puede alguien creer que los chiringuitos próximos al aparcamiento no cuenten aún con el saneamiento ejemplar que de un parque natural se espera, o que siga habiendo vertidos de aguas fecales en playas, como sucede en Cerrias, en la ensenada de Llatas y, probablemente aún en Portio? Antes de terminar, y solo por no aburrir, es necesaria una mención a la joya de la corona: la espectacular senda costera, que lleva años interrumpida por un derrumbe, sin interés en su restablecimiento.
Una senda creada por los propios visitantes, abandonada por la Administración, sin limpieza de maleza ni un solo cartel orientativo. La red de sendas de La Picota lleva, igualmente, años sin desbroces, con zonas cubiertas de vegetación. Por no entrar en otros problemas, como la contaminación química, establecimiento de la servidumbre de paso para la senda costera, o el consentimiento de agresiones medioambientales al parque, con frecuencia ignoradas o eludidas. Ante los intentos de cambiar la situación, los avisos y denuncias, desidia, negación y promesas que no se cumplen.
¿A qué se debe esto? La excusa es la dificultad de conciliar a una junta vecinal, un Ayuntamiento, la Demarcación de Costas y la Consejería de Ganadería, todos con intereses en el espacio natural. La realidad, a mi juicio, es que para ninguna de estas entidades la protección medioambiental es el objetivo prioritario, a lo que se suma la incapacidad de la Consejería –responsable última– por exigir una actuación coordinada y eficiente a las anteriores.
Como puede apreciarse, intentar colaborar honestamente con esta Administración para mejorar las cosas, no es ya una tarea imposible, es, sencillamente, ridículo. Comparando la desastrosa gestión descrita arriba con la de los espacios naturales de otras comunidades o países, incluso mucho más pobres, queda patente en qué lugar de importancia sitúan los responsables de este Parque la protección medioambiental para la que fue creado. Es cierto que tener parques naturales da relumbrón y prestigio a Cantabria de cara al turismo, pero que solo lo sean para figurar, desprovistos de su esencia, hasta para los políticos de esta región parece poco serio ¿No sería mejor y más fácil para alcanzar el fin que buscan reciclarlos en parques temáticos con personajes de la saga Disney?
Dejo esa sutil reflexión para los responsables de este espacio natural, deseando mucha suerte y cambios reales en su futura gestión, porque yo no puedo seguir participando en el engaño de un Parque Natural que solo lo es en el BOC. Tras 12 años de desidia y sordera interesada, he decidido renunciar a mi puesto en el Patronato. Ha llegado un momento en que lo único coherente es irse.
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