Economía de la confianza
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LA CUARTA ·
Con la llegada de la era de la posverdad, la desinformación y las 'fake news', la confianza cotiza en mínimos históricosExisten muchas causas identificadas en el diagnóstico de la crisis, la mayoría macro y microeconómicas, que han sido analizadas profusamente. Pero entre ellas no debemos subestimar a la confianza como una de las más influyentes, pues forma parte de otros procesos que escapan a la ... explicación económica. Son procesos psicológicos en los tomadores de decisiones que, en un contexto de riesgo e incertidumbre, optan por no confiar o desconfiar. La evidencia empírica ha demostrado que la confianza contribuye al crecimiento económico y a impulsar algunos factores que lo acompañan, tales como la eficiencia judicial o la reducción de la corrupción.
La confianza abarca componentes de la ética, la moral, las emociones, los valores y las actitudes. La economía y la psicología han demostrado ser complementarias para el estudio de diferentes situaciones. Entre ellas, se ha hallado que las decisiones económicas ya no las toman seres humanos con racionalidad perfecta, sino seres humanos psicológicamente más complejos, insertos en situaciones de incertidumbre con diferentes niveles de riesgo. De modo que estas decisiones económicas se ven influidas por la confianza que procura reducir la percepción del riesgo.
En el análisis económico, la confianza no ha sido un tema que se haya abordado con profundidad en forma habitual. Keynes (1936) es una excepción, atribuyendo a los estados anímicos (animal spirits) un rol fundamental en el ciclo de los negocios.
Más recientemente, los premios Nobel de Economía Shiller y Akerlof (2013 y 2001) han señalado la importancia de la confianza para el crecimiento económico. Entienden que los economistas no han prestado atención a este concepto pues tienen una visión restringida de la importancia de la confianza para la economía. Ellos concretan ese factor intangible en el multiplicador de confianza. «No existen solo los multiplicadores de gasto de consumo, inversión y gasto público (...) También hay un multiplicador de confianza que representa el cambio de renta que se obtiene del cambio de una unidad de confianza» y, aunque sea muy difícil medirlo, consideran que su retroalimentación es determinante. Los autores no se refieren a la confianza de los mercados, sino a la confianza social y ciudadana en el sistema económico y en el comportamiento de sus instituciones.
Uno de los principales errores es tomar la confianza como un acto racional y señalan: «El verdadero significado de la confianza es que nosotros vamos más allá de lo racional. En verdad, una persona que realmente confía a menudo descarta o descuenta cierta información. Ella no iguala el proceso de información con el que está disponible para su racionalidad, más aun la persona puede procesar la información disponible en forma racional, pero ella no necesariamente actúa en esa racionalidad. Ella actúa conforme a lo que entiende que es confiable de ser verdad».
Richard H. Thaler fue distinguido con el premio Nobel de Economía en 2017, por sus contribuciones a la economía conductual que combina la economía con la psicología para estudiar lo que ocurre en los mercados y analizar el comportamiento de las personas, sus limitaciones y los problemas derivados de estas limitaciones. En contraposición con la teoría económica clásica, defiende la irracionalidad de los agentes económicos a la hora de tomar decisiones en finanzas.
La confianza influye sobre la disposición de los empresarios a acometer inversiones a largo plazo; de las familias a adquirir bienes, especialmente duraderos, que sólo comprarán cuando no tengan miedo a perder el empleo y de los bancos y entidades financieras a conceder préstamos, que sólo otorgarán cuando tengan confianza en que serán reembolsados.
La realidad es que, en la medida que la economía deja de aceptarse como una ciencia exacta y se reconoce como ciencia social, debe asumirse como una proyección social que depende en buena medida de los inputs que le aportan los medios de comunicación dominantes. Son ellos, en buena medida, los que otorgan y fabrican los cambios en el multiplicador de confianza.
Esos factores intangibles están alimentados de información y son, por tanto, especialmente sensibles a los sesgos noticiosos que se producen en el sistema global de medios. Se trata, en mi opinión, de un asunto crucial que no se puede pasar por alto en tanto que relaciona la credibilidad, un concepto aparentemente objetivo y neutral, con comportamientos asociados al ejercicio práctico del poder desde las grandes corporaciones.
Con la llegada de la era de la posverdad, la desinformación y las 'fake news', la confianza cotiza en mínimos históricos. De ahí que medios de comunicación, instituciones y organizaciones tanto públicas como privadas hayan colocado la construcción de relaciones de confianza en el epicentro de sus agendas. Pero en el camino hacia ese nuevo modelo, no todo vale: convertirse en un actor creíble y ético, pasa por volver a revisar la cadena de valores.
La desconfianza genera un círculo vicioso muy difícil de romper. La actuación del sector público puede ser determinante para irrumpir en el proceso y generar nuevamente altos niveles de confianza.
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