Secciones
Servicios
Destacamos
Todo lo que existe, aún siendo fugaz, tiene referencia del presente porque hubo pasado. Nada ni nadie escapa al pretérito aunque la memoria selectiva se ... yergue como un antídoto para neutralizar lo imperfecto –vaciar de lo remoto lo nocivo–, aunque también es cierto que lo negativo puede quedarse marcado a fuego por una cuestión biológica de supervivencia.
Esa selección del ayer, se ha descrito en un fenómeno conocido como 'Fading Affect Bias' –el desvanecimiento parcial de las emociones– que se produce cuando la información de las evocaciones negativas se borran de la mente más rápidamente que las positivas. Los edificios, igualmente, participan del memento. La memoria colectiva arrasó en 1980 uno de sus emblemas, fosilizando la historia de un edificio levantado para mayor gloria del partido único fundado en 1933 por José Antonio Primo de Rivera. La actual Casa de Cultura se reconvertía así en 1980 en un pretendido centro cultural promovido por la Diputación, mientras esperaba la llegada, dos años después, del neonato Gobierno regional. Fue construido en 1964 en la Avenida Calvo Sotelo –desde 1982, de España– por impulso de la Falange. En la planta baja, se situó la sede de la Guardia de Franco –formada por miembros de la 'Vieja Guardia' falangista– y un bar. Tenía dos accesos. El de la izquierda, quedaba reservado a los varones, bajo la administración de la OJE (Organización Juvenil Española) que ocupaba la mitad de la segunda planta.
El otro medio, quedaba en el gobierno de la Sección Femenina, que entraba por la parte derecha del inmueble: «Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer más que interpretar mejor o peor lo que los hombres nos dan hecho», les instruían las voceras de Pilar Primo de Rivera. La tercera se reservaba para el juego, con futbolines, mesas de billar, e incluso, en tiempos más 'avanzados', para pudibundos guateques. Allí, además de intentar formar a los jóvenes en el deporte y el 'espíritu nacional' –a ellas como buenas y domesticadas esposas– se promocionaba el ocio. Algunos –bastantes– de los que ahora se tienen como vigías del progresismo se enchispaban entonces, como flechas y pelayos, dentro de la camisa gris niebla y jersey azul «que tú bordaste en rojo ayer». El vecino instituto Marqués de Santillana abastecía sobradamente de jóvenes a la institución destinada a salvaguardar las esencias de Occidente.
Hoy, la Casa de Cultura, es un edificio anodino, agrisado –a pesar de una reciente actualización– que la ciudad ha situado a su espalda, que sobrevive gracias a una biblioteca y un mini cine que juega a parecer un cinematógrafo. Pero de eso, mejor hablar despacio, necesita un capítulo más que una adenda.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.