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Veinte meses después de su inicio, la guerra en Ucrania sigue empantanada en el campo de batalla y sin avance alguno en el diplomático, lo que aleja cualquier esperanza de un pronto final. El recrudecimiento del conflicto palestino-israelí, con el serio riesgo de una ... escalada que lo extienda a otros países de la zona, amenaza con desviar la atención internacional de la invasión rusa. Ello representaría un regalo de incalculable valor para las ansias expansionistas de Vladímir Putin, sobre todo si acaba por afectar a las millonarias ayudas que han permitido a Kiev aguantar con entereza la agresión sufrida por una potencia con un músculo militar y económico muy superior. Occidente no puede incurrir en ese error, salvo que decida ignorar que está en juego no solo la integridad territorial de un país atacado en una flagrante violación de la legalidad, sino los valores democráticos combatidos por una autocracia dispuesta a saltarse todas las reglas para satisfacer sus ensoñaciones imperialistas.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha advertido a los líderes mundiales de los peligros que implicaría un abandono. Estados Unidos y la UE le han transmitido mensajes tranquilizadores, que ahora falta confirmar con hechos. Joe Biden se ha comprometido a mantener intacto su decisivo apoyo, independientemente del que preste a Israel frente a Hamás, pero el pulso entre los republicanos por el control de la Cámara de Representantes retrasará las partidas previstas y el 'trumpismo' no oculta su propósito de recortar de forma drástica las ayudas. Mientras, el respaldo de la Unión muestra grietas que no dejan de crecer: a las díscolas Hungría y Polonia acaba de sumarse Eslovaquia con el corte de suministro de armas porque «no es nuestra guerra», tras asumir el poder el populista prorruso Robert Fico.
Putin aspira a alargar el conflicto cuanto sea posible para que el cansancio de los gobiernos y las opiniones públicas debilite el apoyo de los aliados a Kiev. Esa estrategia empieza a dar fruto. Juega también a su favor la crisis en Oriente Próximo porque miles de muertos y estremecedoras imágenes de destrucción pueden eclipsar la guerra en el Este y, además, porque Israel y Ucrania tendrán que repartirse el apoyo de EE UU y la producción de una industria militar al límite de su capacidad. La coincidencia de dos frentes bélicos de primer orden abre un nuevo escenario, pero Occidente no puede dar un paso atrás y abandonar a su suerte a los ucranianos.
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