Secciones
Servicios
Destacamos
El año 2024 ha confirmado que el mundo que padeció dos recesiones consecutivas a partir de 2008, y que conoció la crisis sanitaria y económica generadas por la covid-19, se adentró con la guerra contra Ucrania desatada por la autocracia de Vladímir Putin en ... febrero de 2022 en un nuevo período de incertidumbre que no sólo desata conflictos regionales de alcance global –como en Oriente Medio–, sino que amenaza a las democracias. No hace falta incurrir en el catastrofismo para percatarse de ello. Todo lo contrario, los desafíos que se han ido acumulando a lo largo del año que ahora termina emplazan a la humanidad entera, y especialmente a las sociedades que vivimos en libertad y de manera próspera, a reaccionar con decisión y acierto al gran reto que nos presenta 2025. Impedir que la sinrazón siga apoderándose de más espacio en las relaciones internacionales y en la convivencia en que se fundamenta cada país, incluido el nuestro. No es un empeño utópico, pero es imprescindible hacer guardia permanentemente por la sensatez. 2024 se ha cerrado con episodios como el derribo de un avión de Azerbaiyán que Putin se ha limitado a calificar de «trágico incidente». O el anuncio por parte de Abu Mohamed al Jolani, de que, tras derrocar el régimen de Bashar el Asad, las elecciones tendrán lugar probablemente dentro de cuatro años en Siria.
Aunque, por proximidad, resulte más descorazonador comprobar que ni 10.000 inmigrantes muertos este año tratando de arribar a las costas españolas dan lugar al encuentro entre partidos y entre instituciones, evidenciando que el asilo y la acogida de extranjeros es una cuestión más propicia a la liza partidaria en los países europeos que un asunto que concite la búsqueda de soluciones en común. Del mismo modo que las cuitas partidarias impiden que España, en el grupo de cabeza de las economías de Europa, haga frente a la emergencia climática valiéndose de un testimonio directo como el de la DANA en Valencia. Al inicio del siglo XXI, las democracias creyeron o simularon poder vencer al fundamentalismo mediante la extensión del Estado de derecho como respuesta al 11-S. Un cuarto de siglo después las democracias parecen contraerse, tanto por el auge sin complejos de las autocracias como por la presencia de los extremismos en su seno. La injerencia del consejero áulico y fáctico de la nueva Casa Blanca, Elon Musk, en apoyo de la ultraderecha sin matices de Alternativa para Alemania, advierte de que la defensa de la democracia podría ser aún más trabajosa este 2025.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.