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El Día de Europa pasó ayer demasiado inadvertido para los desafíos a los que se enfrenta una Unión de 450 millones de ciudadanos con un flujo continuo de migrantes. El más acuciante: la amenaza para la seguridad que supone el expansionismo del Kremlin. El más ... preocupante: la red de intereses contrarios a la libertad, a las reglas comunes de comercio y competencia y a la explotación de las regiones en desarrollo que tejen las autocracias, empezando por la entente entre Rusia y China. El más lacerante: las corrientes antieuropeístas que vienen afectando a los Veintisiete, representadas institucionalmente por grupos de extrema derecha, pero también por otros de extrema izquierda. Lo más inquietante: la concomitancia entre la influencia creciente de las autocracias y el auge de opciones proclives a olvidar las causas por las que el 9 de mayo 1950 Robert Schuman estableció las bases de la UE.
También ayer Vladímir Putin presidió el Día de la Victoria, que conmemora el triunfo sobre el Tercer Reich en 1945. Un hito que no hubiera sido posible ese día sin la intervención de la URSS, pero que Moscú no puede atribuirse en exclusiva para seguir armando una iconografía identitaria contra Europa. Antes del 24 de febrero de 2022, inicio de la invasión de Ucrania, podía ser lógico que la Unión Europea se debatiera entre ampliarse hacia el Este o profundizar en su cohesión interna de derechos y políticas comunes. Tras la agresión de Putin, cohesión y ampliación son indisociables. Setenta y cuatro años después de la Declaración de Schuman, no es posible que los valores fundacionales de la Unión se hagan realidad sin que ésta se mantenga abierta hacia los países que deseen integrarse en la UE. Como no es posible que Europa sea una realidad en crecimiento si renuncia a cohesionarse aún más en torno a los valores de la democracia, la equidad y la tolerancia, la atención prioritaria a las personas más vulnerables, y la acogida hacia congéneres que no sólo anhelan una vida mejor, sino que huyen de lo peor.
Es urgente que la Unión y cada uno de los Veintisiete se haga cargo de una defensa propia en términos de recursos militares y de producción armamentística frente a la amenaza de Putin. Las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio deben tener en cuenta todo eso. Y que las presidenciales de noviembre en Estados Unidos podrían requerir que Europa sea más Europa que nunca si gana Donald Trump.
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