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De la calle a las instituciones

La presencia de ultras y reventadores no puede ser un motivo para desde un ventajismo de parte exigir la desmovilización ciudadana

Jueves, 9 de noviembre 2023, 07:09

Los grupos ultras que se apoderaron de las concentraciones de protesta ante la sede socialista de Ferraz recurriendo al enfrentamiento con la Policía y al ... vandalismo quedaron por fin aislados ayer después de que los dirigentes del PP se mostraran unánimemente rotundos en la condena de tales actos y de que incluso Vox tomara cierta distancia respecto a un extremismo que le desbordó. Aunque Abascal y su partido no se retracten del llamamiento a las fuerzas de orden para que se nieguen a obedecer órdenes ilegales, sin precisar cuáles han podido ser, mientras extienden el inverosímil bulo de que los alborotadores actuaban incitados por infiltrados del Gobierno. La violencia debe quedar desterrada de la escena pública, al igual que todo propósito de amedrentamiento de quienes piensan o actúan de forma diferente dentro de la ley. Por eso mismo, la eventual presencia de grupos que tratan de aprovecharse de una manifestación cívica y reventarla no puede convertirse en motivo para que, desde el ventajismo, se exija la desmovilización ciudadana. Sería tanto como conceder a los radicales de cualquier signo la potestad de limitar la libertad de reunión a su antojo hasta impedir que pueda ejercerse si no es de manera violenta y, por ello, contra la libertad.Si las diferencias políticas han desembocado en la calle no es solo porque muchos españoles consideran que hay en juego cuestiones fundamentales. Es, sobre todo, porque la polarización está forzando las cuadernas institucionales en tanto que la competencia partidista rehúye el encuentro y el consenso, incluso en su sentido más formal. De ello se resiente la división de poderes cuando precisamente las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez parecen abocadas a un prolongado debate constitucional. Es urgente que la acción de los ultras sea aislada políticamente, como debe serlo policial y judicialmente. Porque nos encontramos en vísperas de que se revelen de forma definitiva acuerdos –o desacuerdos– que generarán sin duda discrepancias más fundadas y darán lugar a desafecciones mutuas aún más acusadas. La concordia requiere de la sintonía suficiente como para que la discusión abandone la calle y vuelva a las instituciones positivando las protestas. Pero, mientras tanto, las concentraciones autorizadas, como las que este domingo realizará el PP por toda España, no pueden verse censuradas o coartadas por razones de parte sin que con ello se cuestione algo esencial para la democracia como es la libertad.

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