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Un año después de la victoria de María José Sáenz de Buruaga en las Elecciones Autonómicas del 28M de 2023 no puede afirmarse que Cantabria haya experimentado un empuje sustancial. La actual presidenta prometió, al acceder al cargo, «un cambio moderado, sensato, tranquilo», pero probablemente lo que pueda definir este periodo –que en puridad comenzó un mes más tarde, con las tomas de posesión de Buruaga y su Gobierno–, es que el cambio lo es a medias, o si se ha iniciado, aún no aporta resultados notorios.
Es cierto que el tiempo transcurrido es aún escaso, y que determinados datos, que hoy recopilan las firmas especializadas de El Diario en el balance del Ejecutivo, pueden atribuirse, tanto en positivo como en negativo, a la inercia de decisiones previas. Otras, a la situación nacional e internacional, en las que la capacidad de influir de la región es limitada.
En lo político, el Gobierno en minoría, con respaldos del regionalismo para la investidura y los Presupuestos, ha suavizado algunas de las propuestas populares. Así ha ocurrido con la prometida rebaja fiscal, modulada también por la no deflactación del IRPF, que implica una subida real de las tarifas, especialmente en un contexto de alto IPC. La lucha contra la burocracia, impresa en el título de una consejería, es una tarea ardua, para la que todavía no se han dado sino los primeros pasos.
En lo económico, el PIB crece menos que el nacional, y mantiene el preocupante alejamiento de la media. Su descenso del 4,8% de 2022 al 1,7% en 2023, tras ni medio año de Gobierno, es sobre todo fruto de que el primer ejercicio aún recuperaba el desplome del covid. El paro, por el contrario, baja el doble que la media española, algo difícilmente imputable a nuevas medidas económicas. Es preocupante la fuerte caída del PIB industrial, en esa situación preexistente de dientes de sierra, con grandes incógnitas atenazando a muchas de nuestras principales empresas. Los nuevos proyectos renovables en el Besaya aún no han tomado cuerpo como para vislumbrar su puesta en marcha. El inminente inicio de las obras del primer parque eólico computa en el haber. El turismo continúa su alza imparable, tanto que las viviendas turísticas se están convirtiendo, de un día para otro, en un problema de primera magnitud, cuya regulación está pendiente. Al mismo tiempo, o a causa de ello, el acceso a la vivienda habitual, en compra o en alquiler, es cada día más caro y difícil. El comercio y el Puerto mejoran, mientras que el aeropuerto pierde vuelos.
La Sanidad, en la que no puede negarse que el nuevo consejero haya emprendido tareas en todos los frentes, ha aumentado las listas de espera, pese a la puesta en marcha de un costoso plan de choque a base de ampliar las jornadas y derivar actos médicos, cuyos resultados habrán de evaluarse en un plazo más amplio. Lo mismo ocurre con la consejería de Fomento, sin reproches por falta de actividad, pero pendientes de los efectos de sus actuaciones.
En este contexto puede entenderse la crítica de CEOE-Cepyme en su asamblea de la semana pasada, en la que Enrique Conde reclamó al Gobierno la toma de decisiones ante unos datos que no mejoran. Al mismo tiempo reconocía la capacidad de interlocución del Ejecutivo, que mostró gestos en defensa del empresariado y su función desde sus primeros pasos.
El cambio que Cantabria necesita debe concretarse en un impulso de la región, con el aprovechamiento de todos sus potenciales, que rompa con el progresivo alejamiento de la Comunidad de los parámetros de crecimiento de nuestro entorno.
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