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Las elecciones de mañana van a terminar más que nunca con un recuento voto a voto. Las previsiones demoscópicas describen un panorama tan igualado entre bloques y tan incierto en cuanto a la suerte que les espera a los partidos con menor representación actual que ... los ciudadanos se acercarán a las urnas sin seguridad alguna de que su opción resulte vencedora o influyente. Nunca pudo invocarse con más razón el sufragio en conciencia. Especialmente después de que la campaña se convirtiera en un vaivén de críticas a la incorporación de exetarras condenados a listas de EH Bildu, acusaciones sobre la utilización partidista del pasado de ETA y reproches a la alianza con la izquierda abertzale por parte del Gobierno, tras lo que vinieron las investigaciones sobre tramas de compra y venta de votos, en algunos casos con un claro propósito partidista. Entre hoy y mañana miles de personas que no tienen su voto decidido, o que ni siquiera están seguros de acabar votando, deberán realizar un esfuerzo especial para asimilar lo ocurrido en los últimos días y extraer una conclusión que pueda traducirse en una de las papeletas disponibles.
El 28M se presentó desde el principio como una suerte de plebiscito en torno a la figura de Pedro Sánchez, o como la disyuntiva a la que los españoles debían someterse entre él y la alternativa de Alberto Núñez Feijóo. Hoy, víspera del día señalado, resulta imposible saber si el presidente quería o quiere someterse personalmente a semejante escrutinio. Si tras el protagonismo electoral requerido durante semanas está dispuesto a hacer suyo tanto el posible éxito final como el eventual revés de las candidaturas socialistas. O si el líder del PP está presto a admitir que el recuento de mañana se convierta en un dictamen casi definitivo sobre la disputa de fondo en cuanto a sus opciones alternativas. Pero sea cual sea el resultado, es imprescindible que los partidos y aspirantes que concurran a las generales con las que finalice el año se comprometan en extraer las enseñanzas de esta campaña para dirigirse a los ciudadanos con mayor responsabilidad y respeto hacia su libre albedrío.
Es posible que no haya sido la campaña más áspera y tensionada en 46 de elecciones democráticas, pero sí una de las que más se ha alejado del objeto mismo de los comicios. Tras el recuento de mañana, Sánchez, Núñez Feijóo y los demás aspirantes a la presidencia de Gobierno deben iniciar su valoración pública renunciando a la demagogia y la polarización.
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