Una campaña por relajar

Sin embargo, los pronósticos sobre una liza muy igualada en las urnas y las incertidumbres que ello genera en todas las formaciones políticas podrían enconar el pulso electoral en la creencia de que la polarización beneficia al candidato o la sigla que la practica al movilizar a los suyos. Todo lo contrario: la campaña necesita propuestas solventes, compromisos verosímiles y un horizonte de estabilidad institucional basada en el diálogo y el entendimiento. También para alentar la participación. Después de unas primeras horas de desconcierto y diatriba tras la denuncia de Covite sobre la concurrencia en las listas de EH Bildu de 44 condenados por terrorismo –siete de ellos, por delitos de sangre–, todos los grupos políticos, salvo ERC, mostraron críticas y repulsas a tal iniciativa, mientras Arnaldo Otegi rehusaba pronunciarse al respecto. Una línea divisoria moral y política que no puede desvanecerse en la indiferencia porque no hay un bien superior que la convivencia capaz de desterrar la apología retrospectiva de ETA pueblo a pueblo.

Contribuiría a clarificar las opciones en liza que los dirigentes nacionales de los partidos eviten convertir el 28M en mera primera vuelta de las generales hasta darle incluso un tono plebiscitario entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Del mismo modo que los candidatos autonómicos y municipales deberían, en lo posible, abstenerse de invocar divisiones ideológicas, cuando así eluden la exposición de sus balances de gestión u oposición y de sus propósitos para los cuatro próximos años.