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El Rey propuso anoche a Alberto Núñez Feijóo como candidato para ser investido por el Congreso presidente del Gobierno tras cerrar con el líder del PP, Pedro Sánchez y Santiago Abascal una ronda de contactos con los grupos parlamentarios previa a la realización de ... ese encargo, como establece la Constitución. La endiablada aritmética ha colocado a Felipe VI ante un inédito dilema, agravado por el hecho de que los aspirantes a la Moncloa de los dos principales partidos optaban a ser los designados, como le reiteraron ayer en persona, aunque ninguno de ellos dispone en este momento de los apoyos necesarios para asegurarse la proclamación. El jefe del Estado se decantó por el de la fuerza más votada y que suma ahora más respaldos, aunque su intento tiene muchas posibilidades de resultar fallido. Si así fuera, echará a andar un plazo de dos meses tras el que, si no se ha producido un acuerdo, habrá que repetir las elecciones.
Los 172 síes –la suma de sus escaños y los de Vox, UPN y Coalición Canaria– que, junto a su condición de ganador en las urnas, enarboló Núñez Feijóo para recibir la encomienda del Rey están a solo cuatro de la mayoría absoluta, como él subrayó, y superan los que hoy puede presentar Sánchez. El máximo responsable del PP se encuentra, por tanto, perfectamente legitimado para defender su programa ante el Parlamento y pedir su aval. Su problema es que, salvo mayúscula sorpresa, tropezará con un bloque compacto de 178 noes ante la frontal y reiterada negativa del PNV a participar en una ecuación en la que inexorablemente estará la extrema derecha y sus nulas opciones de pactar con otros grupos.
El paso de Felipe VI se vio favorecido por un inesperado giro del PSOE que, tras haber descalificado esa opción, se ha abierto a ella por sus propios intereses. Reforzado por los acuerdos para controlar la Mesa del Congreso, Sánchez comunicó al jefe del Estado que está en condiciones de repetirlos para formar Gobierno, pero que no se opondría a que Núñez Feijóo lo intentara antes. Necesita tiempo –y así lo gana– para trenzar un pacto extremadamente complejo con los independentistas de Junts y ERC, que plantean exigencias de un casi imposible encaje legal: un referéndum y una ley de amnistía para los encausados por el 'procés'. Por primera vez el presidente en funciones consideró ayer factible esta última «si es en el marco de la Constitución». Tiene más opciones de ser investido que el líder del PP, pero ninguna garantía.
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