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Como anunció el pasado miércoles, Pedro Casares presentó ayer su candidatura para liderar el PSOE en Cantabria, en confrontación con el secretario general, Pablo Zuloaga, ante las primarias para encabezar el partido que se celebrarán en febrero, previas al congreso regional de marzo. La novedad ... más significativa del acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Cantabria es el apoyo que Casares recaba gracias al notorio respaldo de exdirigentes socialistas de la 'vieja guardia', como Dolores Gorostiaga, Eva Díaz Tezanos, Ángel Duque y Ramón Ruiz, en su día destronados por el entonces tándem Zuloaga-Casares.
Sentados algunos de ellos en primera fila, representaron la intención de Casares de renovar y recuperar la unidad en el partido, al afirmar que viven el nacimiento de «un nuevo PSOE», con el objetivo de convertirlo «en la primera fuerza de Cantabria». Recibieron, con emoción manifiesta, la contrición del candidato, quien pidió expresamente perdón a Tezanos por los modos con los que fue desalojada de los puestos de responsabilidad en 2019.
El desencuentro entre los dos líderes que compiten por la secretaría regional ha sido progresivo. Desde que en 2017 vencieron a los hoy desagraviados por Casares, quienes entonces dirigían un PSOE que gobernaba Cantabria en coalición con el PRC, ha alcanzado su punto álgido en los meses finales del pasado año. En una entrevista en El Diario Montañés, Casares llegó a acusar a Zuloaga de adoptar una actitud «personalista» y de dejar el partido en la oposición, mientras promovía una candidatura alternativa a la oficial para el Congreso Federal de diciembre con la alcaldesa de Castro Urdiales, Susana Herrán, al frente. Por un puñado de votos, los críticos encabezaron la representación de la Comunidad, aunque durante el congreso fue Zuloaga quien obtuvo el respaldo de Pedro Sánchez, y regresó investido de la autoridad, con su equipo acaparando los puestos de responsabilidad en la dirección del partido.
El presente desencuentro forma parte de una larga tradición de luchas internas en el PSOE, en la que también han sido habituales los movimientos de las partes enfrentadas, en busca de apoyos en los que previamente habían rivalizado. Las posiciones nacionales de su formación no han sido ajenas a los conflictos escenificados en la región. Pese a que Susana Herrán contrapuso ayer el apoyo de la dirección nacional a Pablo Zuloaga con el que Pedro Casares espera obtener de la militancia, en esta ocasión, ambos dirigentes hoy frente a frente apoyan sin fisuras a su líder nacional. No cuestionan ninguna de las controvertidas decisiones de Pedro Sánchez, ni aportan un gramo de autocrítica sobre las numerosas cuestiones que han transformado a su partido, convirtiéndolo en una maquinaria al servicio de su secretario general. Ni los casos judiciales abiertos contra el fiscal general, Begoña Gómez y David Sánchez, o el reciente intento de modificar los procedimientos judiciales para anular dichas causas. Ni los pactos con independentistas y sus correspondientes contrapartidas presupuestarias. Ni su amnistía o la modificación de delitos en su beneficio. Ni las decisiones contrarias a los compromisos electorales adquiridos.
Todos esos asuntos, que van minando el respaldo electoral al PSOE, pese a que hasta ahora ha conseguido mantener el poder, quedan al margen de la discrepancia y del debate interno de la formación, con la excepción de algunas voces críticas aisladas, mientras una parte relevante de la militancia vive con desorientación el rumbo de su partido.
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