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Las conversaciones que ayer protagonizaron delegaciones de Ucrania y Estados Unidos en la ciudad saudí de Yeda pretendían establecer un mínimo de sintonía entre Kiev ... y Washington, después de la encerrona sufrida por Volodímir Zelenski a manos de Donald Trump el pasado 28 de febrero en la Casa Blanca. El golpe de timón dado por el presidente republicano, que supone una enmienda a la etapa de Joe Biden, no anuncia solo una corrección pragmática de la confrontación entre EE UU, como líder del mundo democrático, y la autocracia de Vladímir Putin.
Los términos en los que Trump tiende a culpar al Gobierno ucraniano de la guerra contribuyen a legitimar la agresión rusa. Porque una cosa es que la nueva Administración estadounidense responsabilice a Europa de su propia defensa, lo que da a entender que su apoyo como eje de la OTAN tras la Segunda Guerra Mundial no le ha reportado ventajas. Y otra muy distinta es pasar por alto la amenaza que representa el expansionismo de Putin, abiertamente reacio a admitir otra soberanía que la que correspondería a su visión de una Rusia con derecho a regresar, a la vez, al mapa soviético y al zarista.
Es aterrador suponer siquiera que Washington llegue a coincidir, en su aversión hacia Europa, con el objetivo de Putin de deshacerse de la Unión Europea, apoyado en la entente creada entre los extremismos de diferente signo. Sean de la izquierda añorante de un supuesto antiimperialismo ruso. O de la derecha deseosa de que se acabe con la constitucionalidad de las naciones libres.
Horas antes del encuentro de Yeda, Ucrania lanzó su mayor ataque con drones contra Moscú. Mientras, el Kremlin anunciaba la conquista de más localidades, después de bombardear el fin de semana objetivos civiles en territorio ucraniano. En ambos casos, para mostrar una posición de fuerza en las conversaciones abiertas en Arabia Saudí. De momento, Washington celebró la cumbre como un «paso importante para establecer una paz duradera» en Ucrania, aunque está por ver el desenlace de esa negociación que Trump plantea a dos bandas.
Ni Rusia ni EE UU se muestran fiables para la seguridad de Ucrania y Europa. El contrapunto de los jefes de Estado Mayor de treinta países reunidos en París, bajo los auspicios de Emmanuel Macron, reveló que los aliados de Kiev no están dispuestos a someterse al dictado conjunto de Putin y Trump.
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