Crisis de gobernabilidad

Que una fuerza política presente en el Gobierno de coalición –Sumar, a través de Ernest Urtasun– se mostrase satisfecha de un adelanto electoral que ella misma había provocado y que Salvador Illa saludase la convocatoria con un «me alegro» obliga a pensar en una de dos: o la Moncloa y Yolanda Díaz han resuelto añadir, entre las autonómicas vascas y las europeas, una cita con las urnas que pudiera neutralizar la ventaja de las derechas o lo ocurrido es otra muestra del descontrol en que se mueve la política española, a crisis por día. En cualquier caso, la Cataluña política ha vuelto a demostrar que difícilmente puede contribuir a la estabilidad institucional del país mientras, con 'procés' o sin 'procés', las divisiones internas en el independentismo y respecto a las demás opciones continúen dilapidando el tiempo vital y los recursos de los catalanes.

Desde su ruptura con Junts, Aragonès ha tenido infinidad de motivos para arrojar la toalla. La convocatoria representa una opción por el todo o nada. El 12 de mayo, la proposición de ley de amnistía se encontrará en trámite en el Senado. Junts podría inscribir a Carles Puigdemont como candidato –no está inhabilitado–, aunque solo la aplicación efectiva de la medida de gracia por parte del Tribunal Supremo le permitiría asistir al pleno de investidura sin el riesgo de ser detenido y encarcelado. El enfrentamiento entre ERC y Junts se recrudecerá de tal manera que lo acaparará todo en Cataluña y enconará las relaciones entre el Ejecutivo y la oposición en España; siendo probable, además, que el escrutinio del 12M perpetúe las dificultades para el gobierno de la Generalitat.