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Las investigaciones que sigue la Audiencia Nacional sobre la actuación de Koldo García Izaguirre, persona de confianza del entonces ministro de Fomento José Luis Ábalos, en una posible comercialización irregular de mascarillas en la angustiosa primavera de 2020, instan a la asunción inmediata de responsabilidades ... políticas. El hecho de que el juez Ismael Moreno resolviera ayer poner en libertad con medidas cautelares a los presuntos responsables de la trama –entre ellos Koldo García, que se acogió al derecho constitucional a no declarar– no resta gravedad a los hechos. Revela que las pesquisas de la UCO de la Guardia Civil están tan avanzadas que no hay riesgo de que los investigados manipulen o destruyan posibles pruebas. No está clara la posición que Koldo García ocupaba realmente en el organigrama próximo al ministro y secretario de organización socialista José Luis Ábalos. Éste alegó que se trataba de su asistente personal, sin responsabilidad alguna en la gestión ministerial. Lo que lejos de servir para aligerar la carga que ahora soporta Ábalos podría aumentarla. Al parecer las entidades compradoras de la oferta de mascarillas fueron empresas dependientes del Ministerio de Fomento –Adif, Puertos del Estado–, el propio Ministerio del Interior y los gobiernos autonómicos de Baleares –entonces presidido por la actual presidenta del Congreso, Francina Armengol– y Canarias –cuyo presidente era el actual ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres–.
Si Koldo García se encontraba en la cúspide de la trama, entre los beneficiados por comisiones del 25%, y no tenía atribuciones o influencia en Fomento o en el partido, debió actuar de mera pantalla. Lo que no rebaja sino que subraya la responsabilidad política contraída, por activa o por pasiva, por Ábalos respecto a un negocio reprobable. Porque los investigados se aprovecharon supuestamente de un estado de necesidad dramático que afectada a las propias instituciones. Ayer fueron unánimes las manifestaciones socialistas de sorpresa, indignación y confianza en la actuación judicial para el esclarecimiento de semejante escándalo. Sin que ninguna voz cuestionase que hubiera ocurrido. Es inevitable la sospecha de que Ábalos fuese apartado en la remodelación de gobierno a la que contribuyó a causa de que le perseguía la sombra de las mascarillas. Aunque el presidente Pedro Sánchez insistiera desde Rabat en que él no sabía nada de lo ocurrido en las semanas más dolorosas de la pandemia.
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