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El IPC adelantado de junio se ha situado en el 1,9%, por debajo del 2% canónico fijado por el Banco Central Europeo (BCE) como objetivo permanente, con los precios conteniéndose mucho más que en el resto de la Unión. Aunque la inflación subyacente sigue ... en el 5,9% por efecto también del coste de los alimentos, que afecta directamente a la economía doméstica y a la calidad nutricional en miles de hogares. Existe, en cualquier caso, un amplio consenso sobre la probabilidad de mayores alzas de precios en los últimos meses del año, incluso antes de que venzan las medidas anticrisis prorrogadas por el Consejo de Ministros del martes. Contener ese repunte es lo que dice perseguir el BCE al subir los tipos también el mes entrante. A costa, incluso, de que el enfriamiento buscado dañe a las familias hipotecadas y al flujo de la financiación en la economía productiva.
Un año después de que el índice de precios escalara hasta el 10,2%, la distensión inflacionista parece tan drástica que puede resultar un tanto engañosa, porque el coste de la vida sigue alto para la mayoría. El hecho de que los salarios no hayan remontado en España como en los principales países de la UE explicaría en parte el buen comportamiento del IPC. Pero el solo mantenimiento de los niveles actuales de precios, en concurrencia con tipos de interés al alza, puede acabar complicando la marcha de la economía española cuando, además, Europa está a punto de volver a la disciplina presupuestaria.
Tanto la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, como la titular de Hacienda y número dos del PSOE, María Jesús Montero, celebraron ayer el ajuste del IPC al 1,9% como resultado de las políticas puestas en marcha por el Gobierno, considerándolas incluso más eficaces que las aplicadas por los demás países de la Unión Europea. Dado que la notable reducción de la presión inflacionista se ha debido sustancialmente a la bajada de los precios de la energía, parece justo que el Ejecutivo de Sánchez se atribuya la buena noticia en lo que le corresponde. Aunque no es bueno que los gobiernos hagan suyos los datos económicos positivos solo porque acaban pagando los malos. Ni parece conveniente que España se jacte de sus buenos resultados en vísperas de asumir la presidencia del Consejo de la Unión, cuando en todo este tiempo hemos contado con una disposición atenta de Bruselas y de los principales socios.
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