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La ruidosa ofensiva de Pablo Iglesias sobre Yolanda Díaz para que rectifique el «terrible error» de «vetar» a Irene Montero en las listas electorales, secundada por las presiones en el mismo sentido de varios dirigentes morados, confirma que la decisión de Podemos de diluirse en ... las candidaturas de Sumar está lejos de suturar las heridas en ese espacio. Ni siquiera el anuncio de los nombres que ocuparán los principales puestos en las papeletas de la coalición, entre los que no figura el de la ministra de Igualdad, ni la advertencia de que el asunto está zanjado han impedido que el exlíder de la formación mantenga abierto ese frente, lo que transmite una imagen de enfrentamiento que en nada favorece una movilización de la izquierda del PSOE sin la que la reedición de un Gobierno similar al actual se complicará sobremanera.
Iglesias actúa como si desconociera la debilidad de su partido, que ha pasado de soñar con el 'sorpasso' a los socialistas a verse forzado a participar en una plataforma con otros 15 en un intento de conservar una representación, por pequeña que sea, en el Parlamento. Y como si al desfondamiento de Podemos fuesen ajenos los dislates de la ley del 'solo sí es sí', negados tozudamente por Irene Montero y su equipo pese a reiterados informes jurídicos que predecían lo que ha acabado sucediendo: que una norma concebida para proteger los derechos de las mujeres ha facilitado la rebaja de condenas a más de 1.100 agresores sexuales hasta ahora y la puesta en libertad anticipada de más un centenar de ellos. Con ese precedente –uno de los principales factores de desgaste del Ejecutivo–, se hace difícil argumentar que la ausencia de la ministra lastrará las expectativas de Sumar, como hizo ayer el exvicepresidente.
Yolanda Díaz asegura que los ciudadanos esperan respuestas a sus «problemas reales» y que «el resto no tiene demasiado interés». Así es, lo que no obsta para que luchas cainitas de este tipo causen daño. Ayer restaron protagonismo al fichaje como número 2 por Madrid del embajador de España en la ONU, Agustín Santos, y pusieron el foco en los conflictos de la coalición, mientras los demás partidos seguían esbozando sus propuestas. Salvo que dé por supuesta una victoria de la derecha y haya empezado a ajustar cuentas por adelantado, el discurso de Podemos parece desconocer que las divisiones internas restan en las urnas y que un Sumar pujante es imprescindible para repetir la mayoría de la investidura.
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