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La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, denunció ayer la existencia de «desacuerdos manifiestos» con el Ministerio de Economía dirigido por Carlos Cuerpo en cuanto al salario mínimo y a la reducción de la jornada laboral. Discrepancias que la dirigente de ... Sumar imputa al desencuentro con el PSOE, hasta calificar la actitud de Cuerpo, su socio en el Consejo de Ministros, como «casi de mala persona». La vicepresidenta se considera desautorizada por la parte mayoritaria de la coalición, mientras consagra como fruto incuestionable del diálogo social el acuerdo alcanzado entre el departamento de Trabajo y las centrales sindicales CC OO y UGT. Ni siquiera los buenos datos que ofreció ayer el empleo, con la tasa de paro más baja de los últimos 17 años y 21,3 millones de afiliados a la Seguridad Social disuadió a Yolanda Díaz de confrontar con el ministro Cuerpo y con los socialistas con el tono propio de una crisis de la alianza que mantienen Pedro Sánchez y ella. A pesar de que la reducción de la jornada laboral forma parte del ideario compartido por PSOE y Sumar, esta última formación parece sentirse necesitada de realzar su impaciencia para distinguirse de los socialistas. Aunque para ello Sumar incurre en sublimar la entente suscrita con las dos principales centrales sindicales, olvidándose de que el diálogo social requiere también del concurso de las organizaciones empresariales. Sobre todo para que sus resultados sean eficaces y no comprometan en lo más mínimo la marcha de las empresas y de la economía en su conjunto.
Es comprensible que los trabajadores y los ciudadanos en general aspiren a dedicar un tiempo decreciente a la actividad productiva para alcanzar así una vida más grata y plena. Pero son aspiraciones que han de conciliarse con la competitividad, cuando la reducción del tiempo de trabajo no asegura el reparto de éste ni transfiere a las industrias del ocio cotas sustanciales de crecimiento. El mantenimiento de la tensión entre Sumar y el PSOE, más allá de este último enfado de Yolanda Díaz, en torno a medidas que precisan poner en marcha los miembros del socio minoritario de la coalición, que no consigue despegar como partido con identidad propia y una estrategia reconocible, en nada contribuye al logro de nuevos objetivos sociales. Más bien revela la incapacidad de las izquierdas de impulsar una tarea transformadora que no se limite únicamente a recurrir al BOE.
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