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La respuesta de Israel contra Irán, que a su vez había reaccionado al ataque a su embajada en Siria en el que murieron responsables de la Guardia Revolucionaria, describe un ascenso de la tensión escalón a escalón que tanto sus protagonistas como los Gobiernos e ... instancias restantes temen calificar de escalada. El despliegue de drones y misiles al que procedió el régimen de Teherán contó ayer con la réplica israelí, que no dudó en mostrar su capacidad para alcanzar Irán desde el Mediterráneo y, al mismo tiempo, operar en suelo de ese país mediante unidades especiales en un entorno tan sensible para los propósitos nucleares de los ayatolás como Isfahán. Tel Aviv decidió actuar, si bien de forma limitada, en vísperas de la Pascua judía aun a riesgo de que esta se vea violentada por la consiguiente réplica iraní. O, sencillamente, porque los 'ataques defensivos' forman parte de la liturgia de cada identidad en conflicto con otras.
El Gobierno israelí cumplió con la advertencia que Benjamín Netanyahu trasladó a los ministros de Exteriores de Alemania y el Reino Unido al agradecer sus recomendaciones de contención, pero anunciando que adoptaría sus propias decisiones. Las desavenencias al respecto en su seno permiten imaginar la última irrupción sobre Irán como resultado de un acuerdo de mínimos en el gabinete de guerra. Tales divergencias pueden ser tácticas o de oportunidad. Nada que ver con la necesidad que el régimen de Teherán tiene de acallar la disidencia interna en favor de la libertad y los derechos mediante la demonización de Israel como el enemigo sionista con el que acabar como mandato religioso incuestionable.
El mundo desarrollado y democrático espera que la tensión no escale hasta cotas fuera de control. Entre otras razones, porque ello derivaría en una crisis de imprevisibles consecuencias geopolíticas y con graves implicaciones en la economía global. De poco sirven fórmulas testimoniales como el reconocimiento de Palestina o su inclusión entre los miembros de la ONU cuando está muy lejos de ser un Estado en tanto que comunidad integrada. Una causa con la que Irán trata de legitimarse como potencia regional, no para mejorar las condiciones de vida y devolver la dignidad a los palestinos. La solución de los dos Estados –Israel y Palestina– exige el reconocimiento inequívoco del primero entre los países de la región y la conformación del segundo como sociedad de ciudadanos libres admitida así por el resto del mundo árabe.
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