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El apaleamiento de una piñata que representaba a Pedro Sánchez fue el modo en que una minoría ínfima de exaltados celebró la Nochevieja frente a la sede socialista de Ferraz. Una puesta en escena tan aberrante de la discrepancia que debió amargar la noche incluso ... a quienes creyeron poderse divertir con semejante ignominia. El acto de protesta comunicado formalmente a las autoridades en el que se produjo ese inadmisible hecho discurrió entre eslóganes que bordeaban la libertad de expresión –como los que se hacían eco de las palabras de Santiago Abascal sobre un supuesto clamor popular para colgar por los pies al presidente– y el canto del 'Cara al sol', que violenta la convivencia democrática. La imagen de un muñeco apaleado en medio de gente que se sentía multitud emulaba secuencias generadas bajo dominio fundamentalista o en momentos de quiebra del orden social en distintas partes del mundo. También en España se han dado casos de quema de imágenes del Rey o de oprobios dirigidos contra representantes políticos de distinto signo, incluido Carles Puigdemont.
Ninguna de esas situaciones debería haber sido banalizada. Como tampoco ha de pasarse por alto la piñata de Ferraz. Son mensajes de odio, al margen de que se tipifiquen judicialmente o no como actos delictivos. Gestos que exacerban las diferencias hasta situarlas fuera de lo legítimo. Señalamientos que cosifican a los otros convirtiéndolos en caricaturas susceptibles de ser objeto de una violencia más que simulada. Los dos principales partidos se han cruzado reproches a cuenta de lo sucedido en Madrid que revelan la disipación absoluta de consensos básicos a la que conduce la palabra del año 2023 según la Fundeu: polarización. El PP y sus dirigentes se mostraron tibios al pronunciarse sobre la conversión del presidente en piñata y señalaron la tibieza del PSOE ante situaciones análogas.
Es descorazonador que 2024 dé inicio sobre tal falta de empatía. No solo entre los populares y los socialistas, sino sobre todo entre ambos y una sociedad que demanda concordia y espera que la política no sea fuente de problemas. Las semanas de concentraciones ultras ante la sede central del PSOE no tienen parangón en el resto de la UE. Por mucho que la alianza para la investidura desgrane acuerdos que indignan a miles y miles de ciudadanos, ni todos los reproches que merece la actitud política de Sánchez justifican la indiferencia ante lo ocurrido en Ferraz.
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