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La economía europea emite señales que inspiran a la vez esperanza e intranquilidad; dos sentimientos contradictorios, pero que responden a una lógica en la evolución de los indicadores más sensibles a la agresiva escalada de los tipos de interés decretada por el BCE. Representa un ... alivio la fuerte caída de la inflación en octubre en la Eurozona, donde se ha situado en el 2,9% –la cifra más baja desde agosto de 2022– gracias al abaratamiento de la energía y al descenso de la demanda interna. La otra cara de la moneda es la contracción del PIB en un 0,1% en el tercer trimestre, con la que el área completa un año de estancamiento. Una parálisis especialmente relevante en Alemania, Francia e Italia por su elevado peso específico en la UE. La terapia de choque del Banco Central Europeo le acerca así a su objetivo de contener la espiral alcista de los precios, aunque lo hace a costa de una anémica expansión de la actividad, que bordea la recesión.
El comportamiento de ambas variables, sujetas a posibles revisiones de Eurostat, allana el camino al BCE para prolongar el recién iniciado parón en el alza de tipos ante los indicios de que su actual nivel puede ser suficiente para devolver la inflación al 2% en unos pocos meses y el peligro de que aumentos adicionales hundan la economía en un pozo profundo. Aunque la prioridad absoluta del Eurobanco sea el control de los precios, como recogen sus estatutos, ello no debería hacerle olvidar la trascendencia de proteger la estabilidad de la zona euro, lo que supone manejar la política monetaria con cautela e inteligencia para evitar daños colaterales innecesarios. Un factor que haría bien en tener en cuenta incluso en el supuesto de que la guerra en Gaza se extienda por la región e impacte en el coste de la energía. Los síntomas de que el enfriamiento de la actividad persistirá en el futuro inmediato empujan en esa misma dirección.
España no es ajena a tal situación, aunque su crecimiento –0,3% en el último trimestre– muestra un cierto dinamismo y figura entre los más altos en ese periodo. Mientras, el IPC –3,5%– supera al de la Eurozona por primera vez desde agosto de 2022. La fortaleza del mercado laboral ha sido determinante para que nuestro país resista con entereza los intensos vaivenes de la economía internacional. Los obligados ajustes que vienen para reducir la deuda y el déficit hasta los niveles exigidos por la UE pondrán a prueba una vez más su capacidad de resistencia en un escenario convulso.
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