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Las afirmaciones de Pedro Casares, diputado en el Parlamento español y secretario general del PSOE de Santander, en la entrevista que hoy publica El Diario, dan un paso más, el más grave y notorio hasta la fecha, del conflicto entre los socialistas de Cantabria. El ... tándem Zuloaga-Casares, que descabalgó en 2017 a la cúpula de su partido, entonces en el Gobierno regional presidido por Miguel Ángel Revilla, y que conllevó la destitución o salida de miembros históricos del PSC-PSOE, como Dolores Gorostiaga, Eva Díaz Tezanos y Ramón Ruiz, entre otros, se ha fracturado hasta un punto que, ocurra lo que ocurra en el futuro, dejará heridas de difícil sutura.
En los últimos meses se han sucedido continuos movimientos de cada uno de los sectores. La destitución de Ainoa Quiñones al frente de la Delegación del Gobierno de Cantabria y la presentación de una candidatura alternativa a la oficial al congreso federal que se celebrará en Sevilla en noviembre encabezada por Susana Herrán, alcaldesa de Castro Urdiales y principal cargo municipal socialista en la comunidad, son los últimos giros de guión de ambas facciones, a las que no separan relevantes cuestiones ideológicas sino asuntos formales respecto al uso del poder o, dicho más crudamente, la lucha por detentarlo. Los dos grupos se arrogan el respaldo de la dirección federal, que oficialmente ha comunicado que no interviene en la batalla cántabra.
Las declaraciones a Gonzalo Sellers de Pedro Casares, quien es también portavoz de Economía del Grupo Socialista en el Congreso, no dan lugar a dudas respecto al abismo abierto en el seno del socialismo regional. Acusa a Zuloaga de dejar un PSOE más dividido y más débil que en 2017 y afirma que habrá una candidatura alternativa en el congreso regional del próximo año. Defiende que los resultados electorales de su formación no pueden presentarse como un éxito. Cuestiona al actual secretario general por su «personalismo» y por el trato dado a los dirigentes a los que sustituyó. Puede criticársele asimismo a Casares que él ya formaba parte de la dirección de su partido cuando algunas de estas decisiones fueron adoptadas.
Viven la mayor parte de las fuerzas políticas cántabras momentos críticos en su existencia. A la situación del PSOE se suma un PRC a la espera de las decisiones de su líder histórico sobre el relevo al timón del partido, que permanecería bajo su vigilancia; un Vox también desangrándose en disputas internas, con la portavoz parlamentaria suspendida de militancia. Con Podemos y sus fuerzas cercanas sin representación institucional y Ciudadanos casi extinto, solo el Partido Popular se libra de la tormenta y hace bueno el axioma de que la oposición desgasta más que el gobierno.
Cae esta crisis en medio de otras de enorme trascendencia nacional con el zarandeo, por múltiples frentes, del Partido Socialista. No solo el cuestionamiento de las decisiones del Gobierno de los menos afines (García-Page en Castilla-La Mancha, Lambán en Aragón), sino también desde las propias filas (Tudanca, en Castilla y León, y Lobato, en Madrid), así como por sus socios de coalición en los múltiples equilibrios en los que se ha convertido el ejercicio del Gobierno de España de Pedro Sánchez. Y, sobre todo, los casos judiciales en curso sobre Begoña Gómez, la esposa del presidente, y el 'caso Koldo', que implica de lleno al ex ministro y secretario de Organización José Luis Ábalos, entre otros dirigentes socialistas. Una tormenta dentro de otra en un partido afectado por sus contradicciones internas y las formas puestas en marcha de hacer política.
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