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Las horas posteriores a la estrepitosa derrota parlamentaria del Gobierno parecen haberle conducido a una mezcla de desconcierto y enroque, en la esperanza de que el voto en contra de la revalorización de las pensiones, de las ayudas al uso de transporte público o del ... impuesto especial sobre las energéticas desgaste demoscópicamente más a la oposición que a los propios socialistas. Pedro Sánchez se trasladó ayer a Valencia evitando acercarse siquiera a alguna de las localidades más afectadas con el argumento de que ahora toca «gestión, gestión y gestión», y que «habrá tiempo para visitas». Pero no por ello se comprometió a promulgar un decreto propio para la dana. La falta de una reacción constructiva a la derrota parlamentaria del miércoles podría también obedecer a que el Gobierno tampoco descarta no enmendar el error, en el ánimo de restablecer una mayoría dispuesta a secundar otro decreto ómnibus. Es decir, subsanando el fracaso de la reunión de Ginebra con Junts empleándose más a fondo ante Carles Puigdemont. En cualquier caso, el presidente continúa aferrándose a la inexistencia de una mayoría alternativa capaz de sustanciar una moción de censura, para así restar importancia a los reveses que ha sufrido o continúe sufriendo el Gobierno en sede parlamentaria. Incluida la eventualidad de que no pueda tramitar unos Presupuestos para 2025. Fiándolo todo a la invocación taumatúrgica del proyecto de progreso que resulta necesario preservar frente al ascenso de las opciones reaccionarias.
Resulta paradójico que año y medio después de celebrar como victoria el resultado de los comicios generales de julio de 2023, porque la investidura de Sánchez como presidente se hacía posible mediante la adición de un sinfín de escaños dispares, la insolvencia actual de aquella fórmula en ningún caso parece llevar al presidente a requerir no ya el favor del Congreso sino el de los ciudadanos en las urnas. Sánchez, que se ausentó del pleno parlamentario del miércoles para acudir al Foro de Davos, evitó ser protagonista directo de la mala noticia. Pero del mismo modo que Alberto Núñez Feijóo y los dirigentes del PP han de atenerse al principio de realidad para entender que las dificultades que atraviesa el Gobierno de coalición PSOE-Sumar no actúan mecánicamente como vasos comunicantes a su favor, Sánchez tiene la responsabilidad institucional de aportar estabilidad al país sin rehuir la verdad de las cosas.
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Ana del Castillo
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