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El anuncio por parte de Benjamin Netanyahu de que nos encontramos ante una «guerra larga y difícil» aparece como un destino inexorable para el futuro ... inmediato de palestinos e israelíes. El cerco al que las fuerzas armadas hebreas están sometiendo a Gaza en su conjunto y, ahora, a su capital confirma que no se trata de un mero eslogan preventivo. Es un mensaje dirigido a los propios israelíes. Una señal para que los integrantes del 'eje de la resistencia' –convención utilizada por Irán– se cercioren de que Israel está dispuesto a mantener el pulso el tiempo que le haga falta; entre otras razones, para evitar que la espiral vaya más allá de sus fronteras de manera cruenta. Y una advertencia orientada a que los países de la región y del resto del mundo sepan quién marca la pauta.
Los deseos de que remita la escalada desatada por el ataque terrorista del 7 de octubre no acaban de cuajar en tomas de postura unánimes. El cumplimiento del Derecho Internacional humanitario quedó en entredicho desde aquel día y se está vulnerando de manera flagrante en el asedio a Gaza y en el bloqueo de suministros básicos. Pero los requerimientos para que Israel preserve la vida y la existencia de la población civil de la Franja –que no siempre van acompañados del reconocimiento de su potestad para acabar con tramas terroristas que persiguen su desaparición como Estado– solo pueden realizarse si el 'Hamás armado' desiste de seguir colonizando esa población civil o si ésta opta por negar a la red yihadista un cobijo impuesto. Es la terrible metáfora de un conflicto sin solución.
Los gazatíes necesitan una ayuda humanitaria tan urgente y enorme que los pocos camiones autorizados para entrar por el paso de Rafah se quedan en nada. La negativa israelí a que Hamás pueda acomodarse e incluso verse reforzada, directa o indirectamente, gracias a esa ayuda cierra un círculo infernal. La cifra de muertos en Gaza a causa de los bombardeos continuará multiplicando las víctimas de Hamás en suelo israelí. Pero ni siquiera las llamadas a una «pausa» de carácter humanitario u otras declaraciones testimoniales a sabiendas pueden obviar que el 7 de octubre ahondó deliberadamente el abismo de la división del mundo entre democracias y autocracias. Puede parecer excesivamente factual, pero mientras haya poderes en la zona empeñados en la desaparición de Israel la solución de dos Estados seguirá siendo un lema evasivo.
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Ana del Castillo
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