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La Navidad cristiana no ha contribuido a un alto el fuego sobre Gaza. Muy al contrario, en los últimos días han arreciado los ataques israelíes ... y se han incrementado los esfuerzos de Hamás y otros grupos por demostrar que siguen operativos. A dos semanas de cumplirse tres meses de la incursión terrorista en Israel, sigue siendo inexplicable que el Estado judío dejara crecer una amenaza que hoy, tras 21.000 palestinos muertos por la respuesta israelí, no tiene visos de que pueda acabarse próximamente.
El 7 de octubre coincidió con un gobierno en Israel cuestionado abiertamente incluso por los reservistas de su ejército, a causa de actuaciones y propósitos contrarios a principios democráticos. Pero sería igual de simplista suponer que los errores de cálculo que posibilitaron el inesperado ataque de Hamás se debieron a la desidia o a la soberbia de Benjamín Netanyahu, como concluir que la implacable contraofensiva de Israel responda únicamente a las pulsiones extremistas que rodean al primer ministro o a su afán por sortear la contestación interna realzando al enemigo externo. Pronunciase quien pronunciase la frase, el 7 de octubre fue su 11-S para la inmensa mayoría de los israelíes. Los bombardeos sobre Gaza empezaron siendo parte del derecho a la defensa de Israel para el conjunto de la comunidad internacional. Dos meses y medio después solo cuentan con la abstención de EE UU en el Consejo de Seguridad de la ONU, y poco más.
La guerra total no ha obligado a los sectores palestinos que venían negando la existencia misma del Estado de Israel ni al «eje de la resistencia» de inspiración iraní a rectificar en sus intenciones. Todo lo contrario. Resulta ocioso divagar sobre si esta era la situación que pretendían desencadenar los jeques de Hamás con el ataque. Porque, aunque la espiral desatada no alcance a convertirse en una confrontación regional de efectos globales, tiene todas las trazas de dirigirse hacia un punto sin retorno en cuanto al conflicto israelo-palestino. La muerte de miles de personas inocentes en Gaza tiende a soslayar la grave responsabilidad en la que incurren quienes las someten al dictado del terror contra Israel. El objetivo inalcanzable de acabar con Hamás y sus derivaciones futuras, en un entorno en el concurren demasiados intereses propicios a servirse de la causa palestina mientras desprecian a los palestinos, podría dejar a Israel sin otra salida que la perpetuación de la guerra.
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Ana del Castillo
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