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Los últimos franciscanos de Santo Toribio tienen previsto abandonar el monasterio este año. El lugar, tan relevante para el cristianismo, se ve afectado por uno ... de los graves problemas que aquejan a la Iglesia: la falta de vocaciones y el envejecimiento progresivo de los sacerdotes, que ven multiplicarse las parroquias a su cargo para cubrir las vacantes y seguir atendiendo a la feligresía. En Liébana, los tres monjes, además de custodiar el Lignum Crucis, oficiar los actos litúrgicos y atender a los peregrinos, cubren, junto con otros tres curas, las necesidades de las 72 parroquias de la comarca, por lo que su ausencia, que ya lamentan los vecinos, tendrá un efecto aún mayor.
La orden franciscana, que se ocupa de otros lugares sagrados, ha pasado desde 1961, cuando se hizo cargo del monasterio, de más de seiscientos miembros en España a los 86 actuales. Los padres encargados de Santo Toribio, Juan Manuel Núñez, Pablo Redondo y Óscar Soroa, tienen 76 y 77 años, lo que ha llevado al responsable provincial de la orden, Joxe Mari Arregi, a dirigirse al obispo de Santander, Arturo Ros, con tiempo suficiente para tomar las decisiones oportunas y suplir la meritoria labor que desarrollan. Hace pocas semanas, el pasado 14 de abril, el cierre de la Puerta del Perdón puso fin al Año Jubilar, y el próximo tendrá lugar entre 2028 y 2029, cuando la festividad de Santo Toribio, el 16 de abril, vuelva a caer en domingo.
El Obispado, titular del monasterio, ha comunicado que los franciscanos serán relevados, y que el conjunto monástico seguirá albergando la reliquia, el mayor fragmento de la Cruz de Cristo conservado. De hecho, Arturo Ros, quien se hizo cargo de la diócesis en diciembre, ya se había mostrado impresionado con el lugar y su significado y había manifestado su interés en relanzar Santo Toribio. Algunas voces han propuesto, al modo de lo que lleva a cabo en la otra vertiente de los Picos de Europa el santuario de Covadonga, abrir una hospedería e incrementar la actividad en torno al monasterio.
Efectivamente, aunque la salida de los franciscanos tras 63 años custodiando el Lignum Crucis es una dura pérdida, es preciso abordar la situación para reconducirla y conseguir que Santo Toribio viva una nueva época de esplendor. Monasterio y reliquia tienen un papel nuclear en la unión de naturaleza, historia, turismo y economía que define la particularidad de la comarca lebaniega. Una conjunción única, que suma al sentido religioso sus paisajes majestuosos, su clima particular, su gastronomía y su economía, con gran peso de los servicios y de la agroalimentación. Un ejemplo de desarrollo en un entorno rural que ha sabido adaptarse y sostener un nivel de vida con actividades complementarias al sector primario a la que ha conseguido mantener la salvaguarda ambiental.
Por todo ello, Santo Toribio, una de las enseñas de Cantabria, debe ser objeto de una profunda reflexión en la que participen, además del Obispado, otras instituciones cántabras. Gobierno, ayuntamientos de la comarca, entidades culturales y grupos sociales deben sentirse llamados a aportar sus ideas y esfuerzos para, sin renunciar a la tradición y con el mismo espíritu abierto actual que compatibiliza religiosidad y turismo, abordar el nuevo momento del santuario. Quizá con el apoyo de nuevas actividades que contribuyan al sostenimiento, a su relanzamiento cultural y a incrementar las visitas más allá de la temporada alta. Quizá con la ayuda de religiosos venidos de otros países, como hacen algunas órdenes para suplir la carencia de vocaciones. La tarea lo merece.
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Ana del Castillo
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