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El acto de entrega de despachos a los nuevos fiscales, presidido ayer lunes por el ministro de Justicia, el presidente del CGPJ y el fiscal general del Estado, no podía discurrir al margen del debate sobre la división de poderes y de las relaciones entre ... la Justicia y las demás instituciones. Una vez más volvió a demostrarse que el problema no se encuentra en el enunciado de los principios que han de guiar a los órganos que rigen el sistema democrático, sino en su ejercicio efectivo. Félix Bolaños insistió en que el Gobierno defenderá «siempre» a los jueces, a los magistrados y a los fiscales porque «es defender también el Estado de Derecho y el buen nombre de la Justicia». Unas instancias que no necesitan amparo moral por parte del Ejecutivo, sino iniciativas políticas que no pongan en cuestión la legalidad y la legitimidad de sus procedimientos –como tiende a hacer la ley de amnistía y hacen los acuerdos con el independentismo catalán–, eviten la profusa y abusiva utilización del término 'lawfare' por parte de socios del Gobierno ante el silencio de sus integrantes e impidan que el Parlamento exija cuentas a jueces y magistrados por su proceder jurisdiccional.
Nada cabría objetar de las palabras del fiscal general en cuanto a la «primacía de la ley como expresión de la voluntad popular», siempre y cuando las novaciones legislativas no sorteen bases constitucionales, las fuercen en exceso, concedan un amplio margen a la arbitrariedad interesada o presenten fallas jurídicas que propicien la injusticia. Álvaro García Ortiz recordó a los nuevos fiscales que se deben al «estricto cumplimiento de la legalidad, la imparcialidad, la unidad de actuación y la dependencia jerárquica». Pero no es fácil que la invocación constante a este último requisito permita desarrollar de manera armoniosa los otros tres, incluido el de «unidad de actuación». Aunque el Estatuto del Ministerio Público avale la legalidad de los nombramientos realizados por García Ortiz, son demasiados los partícipes de la carrera fiscal quienes objetan de su sesgo como para suponer que no pasa nada.
La instrucción dirigida a los fiscales de Cataluña para que consignen los casos susceptibles de beneficiarse de la amnistía en trámite parlamentario serviría para adelantarse a su aprobación final, puesto que serían de trámite prioritario. Pero la abismal controversia al respecto hará que ese listado sea motivo de disputa incluso entre los partidarios de la medida.
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