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El Día de la Constitución tuvo ayer como inesperada protagonista la ruptura de Podemos con Sumar, mientras en su celebración destacaba también el abismo existente entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Por mucho que Yolanda Díaz y Ione Belarra traten de presentar su historia ... como un asunto particular a la izquierda de la izquierda, y por mucho que populares y socialistas intenten proyectar la idea de que lo suyo es un ejercicio de esgrima, ambas cuestiones afectan y muy seriamente al conjunto del país. Ayer pareció inaugurarse otra legislatura, aún más enrevesada que la que el Rey abrió una semana antes. Los ciudadanos debieron atender perplejos el anuncio del presidente asegurando que antes de que finalice el año llamará al líder de la oposición para encarar, entre otros temas, la renovación del CGPJ y la financiación autonómica. Como si la agenda política nacional tuviese, mientras tanto, problemas de los que ocuparse con mayor urgencia cuando, a cada minuto, hay algún dirigente recordando que el Consejo lleva ya cinco años caducado, que se está consagrando la desigualdad entre territorios o que la amnistía quiebra los principios constitucionales. PSOE y PP parecen haber hallado un punto en común: perpetuar el desencuentro.
La decisión de Podemos de parapetarse en el Grupo Mixto del Congreso para lograr la visibilidad que le ha negado Yolanda Díaz no solo fragmenta aún más el bloque de investidura. Es que lo desliza hacia su extremo izquierdo. Pedro Sánchez y la líder de Sumar trataron de restar importancia a la crisis, asegurando que no hace peligrar la estabilidad gubernamental, al tiempo que Ione Belarra comunicaba al ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que no es esa su intención. Pero, de entrada, encarece la estabilidad en sentido inverso a la centralidad requerida para las políticas públicas. Sánchez había conseguido, gracias al empeño de Díaz por desentenderse de las 'moradas', que el disenso no estuviese presente en el Consejo de Ministros. Pero los cinco escaños de un Podemos que se esforzará en distinguirse, sin que le ate mayor compromiso que no echar abajo el Gobierno presentando o apoyando una moción de censura, resultarán, a la vez, tan necesarios y tan corrosivos que impedirán el mínimo gesto de moderación al Ejecutivo Sánchez. Inestabilidad significará, en este caso, que Moncloa acepte someterse en todo a las exigencias simultáneas o sucesivas de las minorías, con Podemos como acicate desatado.
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