Lenta recuperación

El crecimiento acumulado es siete veces inferior a la media de los países del euro y está trece veces por debajo del conjunto de la OCDE. A pesar del excelente comportamiento del sector turístico y de la potente inyección de los Fondos Europeos de los que hemos sido el principal receptor y del freno a la inflación durante los últimos meses, la economía española no acaba de recobrar el ritmo y el dinamismo de hace tres años. Tampoco hay que olvidar que en 2020, el año más duro de la crisis sanitaria, con el consumo en mínimos, junto a los confinamientos y el colapso productivo, la economía nacional se desplomó hasta un 11,3% del PIB, la más alta de la eurozona. Posteriormente, la invasión de Ucrania y la subsiguiente crisis energética, golpearon duramente a todos los países de la Unión Europea.

España, a pesar de la 'excepción ibérica' en el precio de la energía y las ayudas financieras de Bruselas, no ha logrado el ritmo del crecimiento necesario para crear empleo y financiar el gigantesco gasto corriente y la ingente deuda en que está inmerso el estado. La tormenta perfecta que han supuesto el covid-19, la crisis energética y el desbordamiento de la inflación, han impactado en unos países más que en otros y España junto con Reino Unido y la República Checa han sido los peor parados. El hecho de que Alemania también haya atravesado un fase de recesión técnica confirma que el contexto político y económico afecta sin distinción a todos los estados de la Unión. Pero cuando los indicadores macroeconómicos apuntan a un período de enfriamiento en la creación de riqueza para los próximos trimestres, es preciso retomar urgentemente el rumbo de la política económica y resolver cuanto antes las tensiones estrictamente políticas.