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El Rey pronunció un mensaje de Nochebuena que denotaba la misma preocupación que ya mostró en la jura de la Constitución por parte de la ... princesa de Asturias. Esa preocupación no es otra que la necesidad de preservar y afianzar la convivencia y la unidad entre los españoles. Una condición imprescindible para que puedan hacerse realidad los intereses comunes de un país diverso cuyo futuro depende fundamentalmente de su cohesión. Es un lugar común afirmar que a los ciudadanos les inquietan sus dificultades económicas, de empleo y de progreso familiar. Como si los valores en que ha de basarse la convivencia, el equilibrio entre las instituciones del Estado democrático o el lugar que nuestro país ocupa en Europa y en el mundo no fuesen consustanciales al bienestar. Felipe VI quiso dejar claro que nuestro futuro y nuestra prosperidad dependen de la Constitución como nexo y norma, frente a la presunción de que podemos crecer en riqueza y en equidad descuidando la imprescindible concordia social y armonía institucional.
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El monarca citó cuatro valores: libertad, justicia, igualdad y pluralismo político. Valores en torno a los que pueden y deben sentirse convocados todos los españoles. De manera que el cuarto –el pluralismo– no dé lugar a interpretaciones distantes e incluso diametralmente opuestas de los otros tres. En eso consiste el consenso fundacional de la más sólida etapa democrática y de progreso que ha conocido España. La que, como bien subrayó Felipe VI, comenzó hace 45 años y nadie debería menoscabar, y mucho menos promover su final. La democracia se resiente cuando el ejercicio de las libertades no asegura una vida digna para todos. El bienestar se vuelve quebradizo cuando no encuentra seguridad para su desarrollo en las libertades garantizadas por un sistema democrático consolidado.
El jefe del Estado se mostró taxativo: «Gracias a la Constitución conseguimos superar la división». «Evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos», puesto que no cabe imaginar la democracia, las libertades y el bienestar sin que prevalezca un ánimo compartido de unidad. El Rey se remitió a sus palabras ante la Cortes al recordar que hay una obligación por la que todas las instituciones han de sentirse concernidas: «Garantizar a las jóvenes generaciones el legado de una España unida, cohesionada, con voluntad de entendimiento».
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Ana del Castillo
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