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La desaparición del sumergible Titan con cinco personas en su interior, poco después de iniciar una inmersión para visionar los restos del Titanic a 3.800 metros de profundidad en las aguas de Terranova, ha desplegado esfuerzos sin precedentes para su búsqueda y rescate, ... y centrado la atención informativa mundial. Al parecer, esas cinco personas contaban con oxígeno hasta el mediodía de ayer. Lo que junto a la dificultad de localizar una cápsula hermética de siete metros de largo con la que se perdió la comunicación el domingo, y cuya autonomía es mínima dado que depende del exterior para orientarse e incluso para abrirse, no permite albergar demasiadas esperanzas. El examen de los escombros hallados en el fondo de una de las áreas más inhóspitas de los océanos debería aportar algún indicio de la suerte corrida por los tripulantes. El hecho de que el Titan no contase con homologación alguna cuando el propósito de su inmersión era ya de por sí temerario confiere a la historia connotaciones muy alejadas de un proceder aventurero que suscite admiración. La búsqueda del sumergible perdido ha puesto a prueba tecnologías, planes y protocolos de colaboración internacional. Ello permitirá mejorar recursos y metodologías de rescate, y no solo en el mar. Pero exigiría también perfeccionar la legislación internacional para prevenir accidentes en iniciativas de semejante riesgo que, finalmente, detraen tantas energías.
La peripecia del Titan coincide en el tiempo con el naufragio en el mar Jónico del pesquero Adriana con más de 700 migrantes que no contaron ni con la diligencia humanitaria gubernamental necesaria para evitar la desaparición de cientos de personas hacinadas por el tráfico de seres humanos, ni con los medios para socorrerlas tras el hundimiento. Y convive también con el incremento estacional de las arribadas de pateras hacia Canarias, con la muerte de al menos tres migrantes y la desaparición de otra treintena esta misma semana. En un mundo en el que las desigualdades afloran cada día a causa del distinto origen geográfico o condición social de los seres humanos, pocas veces la injusticia se hace tan patente como en la comparación entre el despliegue para recuperar el Titan en circunstancias absolutamente inciertas y la desatención que padecen miles de personas que tratan de huir de la violencia, el hambre y la pobreza a través del Mediterráneo y las aguas que rodean Canarias.
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