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La Corte Internacional de Justicia de La Haya, máximo tribunal de las Naciones Unidas, elevó ayer la presión sobre Israel al emplazarle a suspender inmediatamente su ofensiva em Rafah, al sur de Gaza, y cualquier otra intervención que pudiera destruir física o parcialmente la población ... palestina en la zona. Al tiempo, exigía la liberación incondicionada de los rehenes en manos de Hamás. Una resolución adoptada por iniciativa de la República Sudafricana, que sigue acusando a Tel Aviv de genocidio. La actuación del Ejército hebreo sobre la Franja desde la que Hamás y Yihad Islámica lanzaron el ataque terrorista del pasado 7 de octubre de 2023 ha aumentado paulatinamente la preocupación y las críticas de los Gobiernos y de distintas instancias del ámbito internacional.
Hoy suena a clamor el reproche por los excesos cometidos apelando al derecho a la defensa de Israel. Sobre todo, porque parece incomprensible que su todopoderoso Ejército no haya sido capaz de acabar aún con las tramas terroristas asentadas en Gaza pese a haber causado miles de muertos entre la población civil hacinada en la zona. Sin duda, como consecuencia de una estrategia de Estado aún más incomprensible al permitir que lo peor arraigara en Gaza sobre el supuesto de que podría así acotarlo y contenerlo para hacerse mientras tanto con Cisjordania. Ocurre que, desbordado el conflicto, cualquier dirigente político, gobernante o no, se siente en condiciones de, además de deplorar o condenar la muerte de más de 30.000 civiles, ofrecer una solución taumatúrgica que está presente como posibilidad imposibilitada desde hace muchos años: la de los dos Estados, el israelí y el palestino. La crítica a la gestión de una crisis inconcebible por parte de Benjamín Netanyahu, al frente de una mayoría de gobierno ingobernable, se confunde con la vicisitud extrema que atraviesan Israel y sus ciudadanos sometidos a un escrutinio que entienden cuando menos irresponsable respecto a su propia existencia. En tal contexto, el reconocimiento de Palestina como Estado es poco más que un gesto de uso doméstico en España, Irlanda o Noruega.
Es urgente que cesen los bombardeos y las operaciones indiscriminadas de las Fuerzas de Defensa israelíes en territorio gazatí. Y que se reabran los pasos para ayuda humanitaria igualmente urgente. Pero en nada contribuye a la distensión que Hamás salude los gestos de reconocimiento de Palestina como Estado cual si fuesen logros del 7 de octubre.
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