Secciones
Servicios
Destacamos
La presión internacional sobre Nicolás Maduro para que reconozca su derrota en las urnas o presente pruebas que respalden su pretendida victoria se intensifica a medida que pasan los días sin que el chavismo aporte las actas de votación, sin manipular, que validen los datos ... difundidos por el Comité Nacional Electoral, y sobre los que pesa la fundada sospecha de que son fraudulentos. Les restan cualquier credibilidad hasta algunos de los más tradicionales aliados de Caracas. La convulsión que atraviesa Venezuela, con una agitación extrema en la calle, una dura represión del Gobierno contra los críticos y el enrocamiento del régimen apoyado en las Fuerzas Armadas, ha elevado la tensión en todo el mundo. España se unió ayer a una declaración suscrita en Santo Domingo por 22 países, entre ellos EE UU, para reclamar «la verificación imparcial de los resultados electorales» y «la publicación de todas las actas originales». La preocupación es creciente en toda Latinoamérica, especialmente, en las naciones más próximas como Brasil, Colombia y México. En un intento de contener el peligro de un enfrentamiento civil, los presidentes de los dos primeros han lanzado iniciativas para buscar una salida negociada que desemboque en unos nuevos comicios libres y con garantías, a diferencia de los del 28 de julio. Pero Maduro no parece dispuesto a dar su brazo a torcer, vistos sus mensajes incendiarios y su negativa a cualquier negociación con el equipo de María Corina Machado y Edmundo González. Y ambos líderes del movimiento opositor tampoco aceptan la repetición de unas elecciones que, según los documentos difundidos por sus colaboradores y cuya veracidad han avalado observadores independientes, ya han ganado con holgura. Del creciente aislamiento del chavismo da fe el desmarque de Lula y Gustavo Petro. El líder brasileño, la gran referencia de la izquierda en el continente, endureció ayer el tono al apuntar que Venezuela ha emprendido «un sesgo autoritario» con un «régimen muy desagradable», aunque sostuvo que no se trata en sentido estricto una dictadura. El demoledor informe de los observadores de la ONU que habla de unas elecciones opacas y fraudulentas, calificado de «basura» por el Gobierno de Caracas, ha minado aún más la imagen y credibilidad de un Maduro que solo responde con coacciones y violencia a una desbocada contestación popular.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.