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El Gobierno de Pedro Sánchez tiene previsto presentar en marzo los Presupuestos del Estado del presente año. Entraba en sus cálculos que el PP aprovechara su mayoría absoluta en el Senado para tumbar la senda de déficit, como acaba de hacer. No el inesperado revolcón ... que le ha propinado Junts al rechazar la ley de amnistía por no extender expresamente la impunidad a los delitos de terrorismo agravado y alta traición por los que es investigado Carles Puigdemont. Un pulso que añade obstáculos a una negociación con ese partido que ya de antemano se presumía extremadamente compleja, retrasa los plazos al dejar en el aire su imprescindible apoyo hasta que se resuelva a su gusto el horizonte judicial del 'procés' y complica sobremanera la aprobación del proyecto en las Cortes Generales antes del verano. En consecuencia, el Ministerio de Hacienda empieza a contemplar la hipótesis de mantener la prórroga de las Cuentas de 2023 activada el 1 de enero y volcarse en las del próximo ejercicio.
El Ejecutivo no está en condiciones de arriesgarse a que el Parlamento le devuelva los Presupuestos, lo que equivaldría a una moción de censura en toda regla. Por tanto, solo los tramitará si tiene asegurados los votos de los posconvergentes, cuya intransigencia maximalista ha dejado al desnudo la precariedad con la que afronta la legislatura. Conservar los vigentes no supondría ningún trauma, ya que brindan al Gobierno un terreno de juego que le permite desplegar sus principales programas. Sería preferible, sin embargo, disponer de unos nuevos acordes al escenario macroeconómico actual y a las necesidades de inversión sobrevenidas. Renunciar a ellos, además de constituir una muestra de debilidad política, pondría en peligro la llegada de los fondos europeos porque «son el instrumento para canalizarlos», según ha advertido la presidenta del BEI, Nadia Calviño, que defendía lo contrario cuando era vicepresidenta de Sánchez.
Lo que transmiten el fiasco inicial en la tramitación de la ley de amnistía y la eventual decisión de prorrogar durante todo este año las Cuentas de 2023 es la dependencia de la mayoría en la que se apoya el Gabinete de un socio impredecible y dispuesto a jugar con la estabilidad del país para satisfacer unas reivindicaciones extremistas de muy difícil o imposible encaje legal. Puede que el Ejecutivo salga de este atolladero. Ya lo ha hecho de otros muy complicados. La cuestión es si podrá resistir así toda la legislatura.
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