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El ataque llevado a cabo por Ucrania contra el puente que une Crimea a Rusia sobre el estrecho de Kerch afectó, en la madrugada de ayer, al tránsito ferroviario y por carretera que mantiene la anexión de la península ucraniana por parte del Kremlin. La ... muerte de una mujer y un hombre por la acción de drones marinos, junto a las heridas causadas a la hija de ambos, revelan hasta qué punto la destrucción de infraestructuras conlleva la pérdida de vidas humanas en la guerra desatada por Vladímir Putin, aunque la operación persiguiera objetivos precisos en defensa de la integridad territorial del Estado invadido. El viaducto inaugurado por el autócrata ruso en mayo de 2018, cuatro años después de la ocupación de Crimea, ya fue atacado también el pasado octubre y es mucho más que un símbolo expansionista. Es la línea más recta entre Moscú y Sebastopol, dispuesta para la rusificación acelerada de esa parte del territorio ucraniano, que Volodímir Zelenski se niega a ceder a cambio de una paz engañosa.
La lenta aunque paulatina contraofensiva que va restituyendo a Kiev el control de decenas de kilómetros cuadrados de la Ucrania agredida demostró nuevamente ayer que Putin tiene que ver cada día más lejanos los objetivos de su 'operación militar especial'. El Kremlin reaccionó anunciando que el acuerdo para asegurar la exportación de grano desde los puertos ucranianos, alcanzado gracias a la mediación de Naciones Unidas y Turquía en julio del año pasado y que expiraba en la tarde de ayer, concluía sin prórroga alguna. Una vez más, Moscú trata de valerse de los recursos de su guerra híbrida para apurar las posibilidades de su coerción económica y comercial, en este caso a cuenta de una emergencia humanitaria, para compensar las sucesivas frustraciones de sus planes bélicos. Ello con el telón de fondo de una 'nomenklatura' en permanente crisis, expuesta desde el Kremlin como una amenaza más para la seguridad mundial, evitando reconocer que la guerra se está volviendo contra sus artífices y sus patrocinadores.
La suspensión de los ataques rusos, dando paso a la retirada de sus tropas de suelo ucraniano, no solo permitiría comenzar a afrontar la reconstrucción del país víctima de un fiasco de invasión. Devolvería a los ciudadanos de Rusia a una realidad muy distinta, y más esperanzadora, que el futuro que les deparan las obsesiones de Putin y de quienes le rodean y competirían para relevarle.
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