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Antes de la invasión de Ucrania, de la que se cumplió ayer un año y medio, Vladímir Putin había dado sobradas muestras de una despiadada falta de escrúpulos para blindarse en el poder, eliminar sin contemplaciones a sus críticos y avanzar en la plasmación de ... sus ambiciones imperialistas. La acumulación de atroces crímenes de guerra durante la ilegal agresión a ese país confirma que el presidente ruso no conoce límites cuando de imponer su voluntad se trata. Tras la sucesión de muertes de opositores en extrañas circunstancias, como envenenamientos sofisticados o sospechosas caídas al vacío, el fallecimiento del dueño del Grupo Wagner, Evgeni Prigozhin, al estrellarse por causas todavía sin aclarar el avión privado en el que viajaba junto a otras nueve personas, que también perdieron la vida, dirige las miradas de toda la comunidad internacional hacia el autócrata del Kremlin, quien se ha ganado a pulso la fama de que no perdona a quienes se le rebelan.
El jefe de la compañía de mercenarios lo hizo dos meses atrás, cuando sus fuerzas de choque, contratadas como carne de cañón en las ofensivas más sangrientas en Ucrania, se amotinaron y dirigieron sus blindados hacia Moscú en un conato de golpe de Estado tras un agrio enfrentamiento de Prigozhin con el ministro de Defensa. Pese a su supuesta reconciliación con el líder ruso, el siniestro del miércoles suscita la sensación de que, dados los antecedentes, era previsible que el oscuro empresario especializado en trabajos sucios para el Kremlin tuviera desde entonces sus días contados. Wagner acusó al régimen de la explosión de la aeronave y juró venganza. Los servicios de inteligencia occidentales especulan con la posible colocación de una bomba. Putin expresó ayer sus condolencias por el accidente y prometió una investigación, cuya credibilidad es la misma que a él se le conceda. «No existen muchas cosas en Rusia que no tengan detrás» a su presidente, había advertido horas antes un elocuente Joe Biden.
Las sistemáticas prácticas mafiosas de Putin justifican esas sospechas, por ahora sin pruebas. Salgan o no estas a la luz, cada día es más evidente el peligro que el autócrata supone para la democracia liberal. Vistas las limitaciones del Ejército ruso, queda por ver cómo afecta a la guerra la ruptura con Wagner, cuyo papel ha sido clave en el Donbás, y su posible repercusión en países de África en los que Moscú había canalizado su influencia a través de ese grupo.
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