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El problema de la vivienda alcanza cada día cotas de mayor gravedad. Los altos precios, tanto en el alquiler como en la compra, los conflictos en torno a los pisos turísticos, los impagos y okupaciones… Un conjunto de situaciones, muchas de ellas críticas, que convergen ... en la escasez de la oferta, que no ha conseguido recuperarse tras la crisis de 2008 y su larga digestión por el mercado. El Diario propone hoy en sus páginas un acercamiento al conflicto a través de los testimonios en primera persona, recabados por Álvaro Machín, de seis afectados de una u otra forma por la situación en Cantabria. Inquilinos y propietarios, al plantear sus razones desde su punto de vista, ofrecen en conjunto un retrato muy completo de las razones de la crisis.
Respecto a quienes habitan una vivienda alquilada, uno de los casos de creciente implantación es la necesidad de compartir piso. No atañe solamente a estudiantes, usuarios habituales de este sistema que facilita el reparto de los gastos, sino de forma creciente a profesionales jóvenes que con sus salarios no consiguen independizarse de forma completa y arrendar en solitario. El inquilino de larga duración representa otra de las situaciones más afectadas por la crisis inmobiliaria que vivimos, ya que se ve atrapado entre los crecientes costes del alquiler y la dificultad de ahorrar para acceder a la propiedad, cuyo precio también continúa su imparable alza. Quien consigue dejar atrás el arrendamiento, suscribir una hipoteca y comprar una residencia vive la satisfacción de dedicar el dinero a acceder a la propiedad del bien y, siempre que pueda hacer frente a las cuotas, comprobar que tanto la subida del precio del inmueble como la del alquiler ratifican la oportunidad de su decisión.
Por el lado de los propietarios, la figura emergente es la del arrendatario de corta estancia, que en el caso de, por ejemplo, Santander, combina el alquiler a estudiantes en invierno con el de turistas en verano, para conseguir la mayor ocupación y rentabilidad de su inmueble, ya que la demanda turística en Cantabria no abarcaría más que una pequeña parte del año y, mientras crece el número de universitarios necesitados de residencia. Esta opción ha vivido una expansión a través de las plataformas digitales como alternativa más económica y flexible a los hoteles. Impide, a su vez, fraudes por impagos ante lo que algunos entienden como excesiva protección al inquilino en el arrendamiento habitual. El propietario que alquila a largo plazo, por su parte, busca simplificar las gestiones que requiere la rotación de ocupantes, a costa de una rentabilidad menor. El problema está en la selección de quien va a habitar la vivienda, hecho que lleva a un buen número de dueños de pisos a no sacarlos al mercado por los problemas que puede llegar a causar y al sentirse indefensos y desprotegidos por la ley.
Esta compleja casuística, unida a los los datos existentes que reflejan el detalle del mercado, plantea una situación con múltiples factores pero que tiene como centro la falta de oferta y unos demandantes con dificultades para acceder al bien imprescindible que es la vivienda. También facilita comprender las distintas situaciones y defender los derechos de todos los implicados. Evidencia la necesidad de facilitar el acceso al suelo en el que edificar y los trámites para hacerlo. De promover la seguridad de los arrendadores y aumentar las viviendas disponibles, así como acuerdos público-privados para construir más eficientemente pisos para quien no pueda acceder a ellos. Es decir, toda una serie de actuaciones en manos de los gestores públicos, con una visión de medio y largo plazo para abordar un problema complejo que atañe a un derecho constitucional y a una necesidad esencial de los ciudadanos.
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