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La compra de Credit Suisse por UBS, bajo los auspicios del Gobierno helvético, provocó que las bolsas europeas mostraran a primera hora de ayer serias reticencias que se disiparon al poco tiempo tras asegurar Christine Lagarde que el BCE está dispuesto a «preservar la estabilidad ... de precios y financiera en la Eurozona». Los dos motivos de preocupación eran la obligada adquisición del segundo banco suizo por el primero, que, contando con una disponibilidad financiera de 100.000 millones por parte del Tesoro de aquel país, pudiera mantener la volatilidad de los valores del sector; y el hecho de que la normativa nacional cubre pérdidas de los accionistas, pero deja en nada la arriesgada inversión de los tenedores de bonos convertibles contingentes. La intervención de Lagarde ante el Parlamento Europeo permitía suponer que nada de eso ocurriría en la eventualidad de que una entidad de la Unión se viera en dificultades. Aunque deberán esperarse días y hasta semanas para que desaparezcan los nubarrones procedentes de la caída del Silicon Valley Bank y del Signature Bank, junto a las vicisitudes del First Republic, por una parte, y del seísmo producido en un país icónico de la solvencia bancaria como es Suiza.Las bolsas europeas cerraron ayer en positivo. El Ibex 35 acabó subiendo un 1,31%, liderado paradójicamente por la banca. Pero es lógico pensar que lo sucedido va a conducir a todas las entidades crediticias a resituar sus respectivas líneas de negocio aún más lejos del riesgo, extremando entre otros aspectos las garantías para la concesión de préstamos a empresas y particulares. El hecho de que los bancos centrales del mundo desarrollado hayan acordado mejorar sus defensas con la provisión de liquidez a través de «acuerdos permanentes de líneas de intercambio de liquidez en dólares estadounidenses» –una medida inédita desde la crisis de 2008– revela hasta qué punto la inquietud se ha instalado en el sistema. Los mecanismos de supervisión, que no alcanzaban a entidades pequeñas y medianas en Estados Unidos y que en Suiza han podido estar condicionados por criterios de conveniencia, deben extremarse en España y en Europa. Porque no parece suficiente con constatar que las entidades que operan bajo la autoridad del BCE cuentan con una mayor solidez. Es necesario devolver seguridad financiera a la economía y a la sociedad en su conjunto.
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