El revés laboral de agosto

Los datos conocidos ayer permiten mantener el optimismo, después de que los seis meses anteriores generaran empleo ininterrumpidamente. Su desestacionalización haría cambiar de signo tanto las afiliaciones como el paro. Una vez más se han hecho notar las bajas por parte de empresas que evitan abonar así nóminas en un período de menor actividad, un fenómeno destacable en construcción, industria y sobre todo en los servicios. Con la salida de más de 60.000 trabajadores del sector educativo, cuando ya el mes de julio se produjeron 110.700 bajas. Ello en un momento demográfico que resta alumnado al conjunto del sistema de enseñanza. La pérdida de empleos en agricultura, ganadería y pesca a causa, entre otros factores, de la crisis climática, y la caída en el número de autónomos vinculados al comercio revelan, por otra parte, las dificultades que esos sectores atraviesan tras un duro período de inflación.

Es necesario apuntar que este agosto se ha comportado algo peor que el mismo mes de los años anteriores a la pandemia, durante la recuperación de la crisis de 2008. Las señales de una menor pulsión por la creación de puestos de trabajo, que se vislumbraban para la segunda parte del año cuando menos como hipótesis, han de ser observadas con especial atención en una coyuntura internacional no exenta de tensiones y riesgos de retraimiento de los mercados españoles. El período estival tiende a disipar las preocupaciones. Pero agosto ya queda atrás, y estos cuatro últimos meses del año pondrán a prueba la solidez de nuestra recuperación y la vitalidad del mercado de trabajo.