Las urgencias de Zelenski

Ucrania necesita imperiosamente una cobertura en sistemas de defensa aérea, que lleven al Kremlin a renunciar a ataques como el que anteayer lanzó contra la población civil de Chernihiv, causando la muerte cuando menos de 17 personas por el impacto de tres misiles. Putin trata de evidenciar la indefensión en que se encuentran los ucranianos, para así poner en evidencia las reservas, divergencias y contradicciones con que los socios europeos y los aliados de la OTAN enfrentan su amenaza tras dos años de fatiga para sus respectivas opiniones públicas. Las manifestaciones de Charles Michel al término del Consejo Europeo y la información facilitada desde Bruselas dejaban, además, entrever que el compromiso adquirido respecto a la defensa de Ucrania concierne más a los Gobiernos que resuelvan implicarse en el empeño que a la Unión en su conjunto.

La naturaleza misma del problema contribuye a que sea así. Los sistemas de defensa aérea son recursos nacionales que solo algunos Gobiernos europeos están en condiciones de poner a disposición de Kiev con prontitud y garantías, junto a la ayuda que puedan prestar EE UU y otros aliados. El apoyo a la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, referidas siempre a sus fronteras reconocidas internacionalmente, podría quedar en poco más que un simple juego de palabras si los Veintisiete no se aprestan a contribuir con la máxima eficacia a la defensa de Ucrania y de los ucranianos.

Sin que las renuencias de la Hungría de Viktor Orbán, o de otros Gobiernos proclives al cálculo de costes y ventajas, acabe paralizando a la Unión Europea frente a una Rusia que insiste en presentarse como víctima de Occidente, fingiéndose obligada a preservar su existencia como nación cuestionando la viabilidad de las sociedades abiertas. Europa es una comunidad de valores que precisa defender a Ucrania e integrarla en la Unión para que millones de seres humanos sean ciudadanos con derechos.