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La conmemoración del 9 de mayo en recuerdo de la victoria sobre la Alemania nazi se limitó ayer a un desfile militar de circunstancias en la Plaza Roja y a un discurso previsible por parte de Vladímir Putin rodeado de veteranos de la II Guerra ... Mundial y mandatarios de la Comunidad de Estados Independientes. La jornada reflejó la situación que atraviesa Rusia. Se suspendieron las celebraciones más participativas para evitar, supuestamente, ataques ucranios. Putin describió esa situación como resultado de «la guerra lanzada» por «las élites globalistas occidentales» contra Rusia. Mientras ésta se limitaría a defenderse mediante «la operación militar especial», cuyos soldados en Ucrania contarían –según Putin– con «el apoyo y los rezos» de todos sus compatriotas. «No hay nada más importante ahora que vuestra labor de combate. El futuro de nuestro Estado y de nuestro pueblo depende de vosotros».
Solo una sociedad cautiva bajo la autocracia puede atender a un relato que describe un Occidente «que rinde culto al nazismo y destruye los valores tradicionales para perpetuar un sistema de violencia». Un relato que presenta la invasión frustrada de Ucrania y el sacrificio de la vida de en torno a 40.000 peones uniformados como un episodio más de la guerra que Rusia estaría librando por su pervivencia desde tiempos inmemoriales. Sin que la muerte de miles de ucranianos y la destrucción de una parte del país cuya existencia no reconoce la historiografía del Kremlin sea tenida en cuenta ni de pasada. Pero el Día de la Victoria, con el que este año y el anterior Putin quiso trazar un paralelismo con la derrota del régimen de Hitler, Moscú no pudo presentar más resultado que el victimismo con que trata de encubrir las atrocidades cometidas. Ello cuando la agresión rusa es noticia cada día por la confrontación entre el Ministerio de Defensa y el grupo Wagner de Yevgueni Prigozhin.
El Alto Representante de la Unión, Josep Borrell, ha advertido que no es el momento de hablar de paz, sino de asegurar la defensa de Ucrania. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha declarado que no es el momento de hablar de paz porque ambos contendientes creen poder ganar. La equiparación entre el agresor y el agredido falsea de tal manera los hechos que la diplomacia de la ONU debería evitarla. Porque se trata de que Rusia entienda que su seguridad y su soberanía exigen que renuncie a aspiraciones expansionistas sobre los países que formaron parte del pasado imperial y de la URSS.
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