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El voto a las fuerzas republicanas del Nuevo Frente Popular, del Bloque de Macron y otras, dejó ayer fuera del Gobierno de Francia a la extrema derecha de Marine Le Pen. De un domingo a otro, dio la vuelta a una situación que parecía abocada ... a que Reagrupamiento Nacional pudiera, cuando menos, ganar las elecciones parlamentarias. Pero aunque Jean-Luc Mélenchon fuese el primer líder de las izquierdas en comparecer, exigiendo a Emmanuel Macron que encargue al Nuevo Frente Popular la formación de Gobierno para que aplique «todo su programa», ni el recuento de votos y escaños ni el momento que atraviesa el país permiten que Francia pase en una semana de reclamarse «del malestar», encumbrando a la extrema derecha, a proclamarse «insumisa». Si en primera vuelta los franceses castigaron a Macron, en la segunda han rescatado al centro político.
El Frente de las izquierdas alcanzó ayer la primera posición en la Asamblea Nacional. Pero la República francesa necesita dotarse de una mayoría de Gobierno que vaya más allá de ese Frente. Una mayoría tan amplia como centrada, dispuesta y capaz de superar la atroz dialéctica entre el «malestar» y la «insumisión». Es también lo que Europa necesita de la segunda economía de la Unión y de un país nuclear para su futuro. Pero no siendo fácil articular una mayoría absoluta que ofrezca estabilidad al Ejecutivo resultante de este 7 de julio, más difícil aún será que el nuevo Consejo de Ministros cuaje con la coherencia precisa para gobernar con autonomía y solvencia. De modo que pueda impulsar su acción política e institucional sin la permanente supervisión o tutela del presidente Macron.
Francia quedó ayer retratada en la Asamblea Nacional. Pero sus integrantes saben que no se trata de una fotografía definitiva, ni en blanco y negro. La alta participación fue muy desigual según departamentos y distritos, porque el país está tan dividido como desconcertado. Las sumas y restas sobre el voto directo en la primera y en la segunda vuelta demuestran que ni la victoria republicana es total ni la derrota del populismo de derechas permite pasar página. El Nuevo Frente Popular se autodefinió electoral. De modo que dejó de existir ayer a no ser que se reconstituya hoy. Y todas las demás formaciones que se sintieron aliviadas con el escrutinio están obligadas a refundarse. No lo tendrán fácil para cerrar el paso a las expectativas que Le Pen alberga ante las presidenciales
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