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La decisión de las urnas del 23 de julio ha confirmado, en lo esencial, tanto las predicciones de las empresas encuestadoras (como la de GAD3 para El Diario), como el veredicto de la ciudadanía ya en las urnas municipales y autonómicas del pasado 28 de ... mayo, en el sentido de que el país quiere cambiar el rumbo que ha venido orientándolo desde junio de 2018. Sin embargo, la victoria de Alberto Núñez Feijóo ha sido más corta de lo pronosticado y tendría serias dificultades para hacer viable su investidura. Aunque el PSOE ha perdido los comicios tras cinco años de gobierno, su balance es mejor que el esperado, y junto con Sumar y algún otro socio menor puede acumular argumentos para intentar una investidura. Para esta, el principal escollo se sitúa en las reclamaciones de los independentistas vascos y, sobre todo, catalanes, que han hecho campaña reclamando un referéndum de autodeterminación. Parece que el resultado de la polarización política que se ha instalado en España podría conducir a una situación de bloqueo de la legislatura y el fantasma de una repetición de elecciones flotaba anoche en el ambiente.
Con el adelanto al 23J de los comicios nacionales, se trataba de evaluar si el giro de España hacia el centro y la derecha que parecían indicar las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo se confirmaría en la configuración de las nuevas Cortes y del Gobierno central que de él saliese, o si la coalición del PSOE con izquierda radical y nacionalistas era aún merecedora de crédito por el electorado. Este planteamiento significó la polarización total de la campaña en la mayoría de los territorios. Se elegía o la persistencia multicolor con Pedro Sánchez y sus socios, o el cambio de dirección con un Feijóo más o menos necesitado de apoyos externos en función de los escaños obtenidos.
El resultado de ayer, finalmente, determina un escenario muy complejo. La suma de PP y Vox no basta para investir al líder gallego sin algunas sustanciales abstenciones o votos a favor, pero es lo bastante fuerte como para oponerse a una opción de Sánchez que no venga avalada por una abrumadora mayoría restante, lo que no será sencillo. Esta posibilidad de doble bloqueo puede impedir la investidura y que ambos partidos mayoritarios, PP y PSOE, prefieran una 'segunda vuelta' para un panorama de gobernabilidad más despejado. Es una lástima que en España no exista, como en Alemania y otros países europeos, el hábito de buen entendimiento entre las fuerzas mayoritarias ante situaciones difíciles.
Para Cantabria, el resultado nacional es determinante, no solo porque como españoles vamos en la misma nave que los ciudadanos del resto de comunidades, sino porque la evolución y perspectivas de la legislatura regional recién comenzada con la presidencia de la popular María José Sáenz de Buruaga se perfilan bien diferentes según la identidad del inquilino de La Moncloa para los próximos años. Esta incógnita afecta también a grandes ayuntamientos con cuestiones pendientes del Gobierno central, entre ellos Santander, Torrelavega y sus respectivas comarcas. En este sentido, el resultado deja a Cantabria en una inmediata indeterminación. Solo al aclararse el desenlace español, se aclararía el cántabro. Puede darse el caso de que un complicado arranque de la escena nacional genere un ambiente raro y poco propicio para la gestión autonómica. En las próximas semanas esta será una cuestión fundamental.
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